¿Educación sexual o solo instrucción sexual?

VIH Sida
Toma de muestra para examen de VIH/Sida. Foto: Agenciauno


El Senador Guido Girardi en su columna online para Bio Bio TV responsabiliza a la Iglesia Católica, entre otras cosas, del aumento explosivo del Sida e indirectamente de las muertes producto de esta enfermedad. ¿Por qué? Según Girardi porque la Iglesia Católica se opondría a la educación sexual, al uso de condones, a las JOCAS en su momento y a las campañas de prevención en los canales de televisión. Así, le exige pagar la deuda que tiene con los chilenos.

¿Tiene razón el senador? Vamos por partes.

Es lugar común acusar a la Iglesia Católica de oponerse a la educación sexual, ya sea por ignorancia o intereses ideológicos. Nada más alejado de la realidad. Desde 1929 en divini illus magistri (Pío XI) viene pronunciándose sistemáticamente sobre la necesidad de una adecuada educación sexual, "teniendo en cuenta el progreso de la psicología, la pedagogía y la didáctica" (Gravissimun educationis). El último pronunciamiento importante lo encontramos en Amoris laetitia del Papa Francisco, titulado "Sí, a la educación sexual", donde se recuerda el derecho (y la obligación moral) de los padres de ser los primeros educadores, y en forma subsidiaria el colegio.

Algo muy distinto es la critica que ella ejerce, haciendo uso de su legítimo derecho a opinar, como en cualquier sociedad democrática, de sesgar la educación a "instrucción" sexual, por ejemplo, centrándose exclusivamente en el uso del condón, y desarraigando de ese modo el amor de la sexualidad. La Iglesia afirma que es un error reducir la educación sexual al "sexo seguro", pues de esa manera se pretende atacar el efecto, pero no la causa del problema. Su mirada sobre el tema es antropológica y ética, no solo técnica. En este contexto, la educación sexual se inserta dentro una perspectiva mayor y es la educación para el amor.

La crítica en su momento a las JOCAS o al Manual sobre Sexualidad publicado por la Municipalidad de Santiago en la época de Carolina Toha, no radicó, por ejemplo, en oponerse a la educación sexual, sino al modo, al enfoque y a ciertos contenidos de dichas Jornadas y del Manual. Tampoco se opone a la información sexual a los jóvenes de acuerdo a su edad y madurez psicológica, pero aclara que de nada "sirve saturarlos de datos sin el desarrollo de un sentido crítico ante una invasión de propuestas (…). Los jóvenes deben poder advertir que están bombardeados por mensajes que no buscan su bien y su maduración" (Amoris laetitia 281).

En su crítica a la mera "instrucción sexual", expresa la pobre concepción antropológica de los jóvenes, pues se parte de la base que ellos son incapaces de autorregularse, de moderar su apetito sexual o de desarrollar una capacidad de autodominio. La experiencia enseña que, si son capaces de hacerlo, como lo demuestra el programa Teen Star, con 20 años de experiencia, presente en 56 países y en Chile validado por el  MINEDUC y la PUC que se aplica con éxito en colegios públicos y privados. Enseñarles a los jóvenes a vivir "libremente" su sexualidad solo como una manifestación de su apetencia sexual, desarraigada del amor, violenta a la postre la dignidad de dichos jóvenes, en especial de las jóvenes.

Quien conozca medianamente bien el magisterio de la Iglesia en estas materias, advierte que la Iglesia no prohíbe el uso del condón, pues considera la conciencia un sagrario inviolable, y, además, porque respeta la libertad humana, lo cual no obsta para que manifieste que el uso del condón no es la solución, como lo atestigua por lo demás la experiencia de los últimos años.

Parecen injustas las acusaciones del senador Girardi. Las causas del aumento del SIDA, de los embarazos adolescentes o indeseados hay que rastrearlas en la híper erotización de la sociedad, en la banalización de la sexualidad, en la soledad, en la falta de compromiso, en el ejercicio desordenado de la libertad, en una voluntad débil, en padres que abandonan a sus hijos, entre otras.

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