Elección en Venezuela



SEÑOR DIRECTOR

Las elecciones que se desarrollaron el 20 de mayo en Venezuela son perfectamente inútiles, pero encierran un problema que hasta hoy no es enfocado de forma clara. No cabe duda sobre quién ganó ni tampoco de las malas artes usadas, considerando que en el proceso que eligió a la Asamblea Nacional Constituyente la empresa digital Smartmatic, que proveía el soporte técnico al sistema electoral, denunció la inserción de más de un millón de votos falsos en el sistema. Nadie podría reclamar legitimidad técnica en unas elecciones así. Pero el tema, en realidad, no es ese.

El problema con Nicolás Maduro es que parece haber asumido que por el mero hecho de ganar esa elección, del modo que fuere, resolvería sus problemas de gobernabilidad. Quizás eso sea real dentro de las evidentes grietas que tiene el chavismo, pero el problema básico -la destrucción de la economía y de la amistad cívica venezolana hasta su núcleo más profundo- sigue ahí. Siguen faltando alimentos, medicinas, servicios básicos y la inseguridad sigue campeando.

Esa es la vulnerabilidad de Nicolás Maduro, pues por más vericuetos que consiga inventar, y por más pasiva que siga la comunidad internacional, el colapso interno de Venezuela sigue su curso inexorable. Un panorama trágico, pero que parece inevitable. De alguna manera, Maduro solo consiguió ser el último capitán del virtual Titanic en el que su mentor Chávez y él mismo convirtieron a Venezuela. Queda por ver cómo se comportará ante el desastre. Ser elegido en una elección sin legitimidad no resuelve su problema real.

Fernando Wilson L.

Profesor Facultad de Artes Liberales, Universidad Adolfo Ibáñez

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