I+D en las PYMES

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Imagen referencial. Foto: Agencia Uno


El consenso es amplio: es imperativo que Chile eleve su inversión en Investigación y Desarrollo (I+D) para convertirse en un país desarrollado. Sin embargo, al descomponer el gasto en I+D según tamaño de empresa, se observa que las empresas grandes realizan el 69% del gasto total, correspondiendo el restante 31% a las PYMES. Esto no es extraño, pues a diferencia de las primeras, las PYMES no cuentan con una espalda financiera robusta para llevar a cabo proyectos riesgosos como los de I+D. ¿Cómo promover, entonces, la I+D en las PYMES?

Sobre la base de una favorable experiencia internacional, la legislación chilena contempla incentivos tributarios para incrementar la I+D. Específicamente, se permite utilizar como crédito tributario el 35% del monto invertido en I+D, y considerar el 65% restante como gasto necesario para producir la renta. De la definición anterior, se desprende que este beneficio parte de la premisa que la compañía cuenta con los recursos suficientes para invertir en I+D, o que ésta tiene acceso a los mercado del crédito para financiar estos proyectos. Las PYMES son las más perjudicadas por esta presunción, ya que tienen menos fondos internos y presentan mayores restricciones para acceder a financiamiento externo. Ante esta situación, resulta necesario buscar otros instrumentos para promover la I+D en las PYMES.

La evidencia sugiere que la entrega de subsidios, acompañada de evaluaciones rigurosas, puede promover iniciativas de I+D exitosas por parte de las PYMES. Considérese, por ejemplo, el programa de subsidios estadounidense "Investigación para la Innovación en la Pequeña Empresa", el cual se caracteriza por tener tres etapas sucesivas (las dos primeras vinculadas a la I+D, mientras que la tercera está relacionada con la comercialización de proyectos exitosos). Howell (2017) muestra que tras recibir un subsidio de US 150.000 para llevar a cabo I+D experimental o teórica, las empresas ganadoras de la primera etapa presentan mejoras en sus indicadores operacionales y de innovación: los ingresos suben en un 50% y el número de patentes crece a lo menos un 30%. La autora argumenta que el subsidio permite financiar pruebas y ensayos que de otra forma no se habrían podido realizar. El acceso a la segunda etapa, por su parte, es exclusivo para las empresas ganadoras de la etapa previa, pudiendo éstas postular a fondos por hasta US 1 millón en esta fase. Al contrario de lo ocurrido en el caso anterior, Howell (2017) encuentra que la recepción de este segundo subsidio no se traduce en mayores ingresos e innovación, lo que es coherente con el hecho que las empresas receptoras de este último subsidio no presentan restricciones de financiamiento.

Los antecedentes anteriores indican que la fórmula para impulsar la I+D consiste en incentivos tributarios acompañados de subsidios directos focalizados en las PYMES. Desafortunadamente la utilización de estos instrumentos no es la óptima, lo cual se explica principalmente por deficiencias en materia de diseño y difusión de la información (Décima Encuesta de Innovación, 2018).

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