El inevitable retiro del Pacto de Bogotá



SEÑOR DIRECTOR

En la prensa boliviana se publicó el viernes 30 de marzo de que Evo Morales conminaba a Chile nuevamente al diálogo. Olvidando sus reclamaciones sobre Antofagasta, nos sugería que las negociaciones debían de ser el camino para resolver los problemas entre Chile y Bolivia. De por sí, esto no representa un cambio relevante en relación al patrón de agresiones seguidas de ofertas negociatorias que el Presidente boliviano ha planteado a Chile en los últimos años. La novedad vino por otra parte, y es que ya desembozadamente amenazó con nuevas demandas ante La Haya, citando específicamente el caso del río Lauca e insinuando otras más.

Parece ser que Evo Morales comprende finalmente que la postura chilena de negarse a ceder territorio es real. Y a su vez, está generando una reacción de su parte que se basará en sostener este verdadero peregrinaje a la Corte Internacional, instrumentalizándola como un mecanismo de mero hostigamiento a Chile.

Huelga decir que esta situación se vuelve inaceptable para nuestro país, y el retiro del Pacto de Bogotá se vuelve inevitable. Respetados académicos y diplomáticos han argumentado que este Pacto proveía a Chile de un ámbito de seguridad, amparados en el Derecho Internacional. Este argumento estaba -cuando menos- en cuestión, considerando la erraticidad de la aplicación del Derecho por un panel de jueces que cuenta con numerosas designaciones políticas, pero las expresiones directas de Evo Morales desvanecen cualquier esperanza de considerar a la Corte Internacional de Justicia como un órgano técnico. Una tragedia para el multilateralismo, pero ya se vuelve forzoso asumir la realidad. Bolivia no busca una solución en Derecho sino una acción política de hostigamiento. El retiro del Pacto de Bogotá, insisto, se hace inevitable.

Fernando Wilson L.

Profesor Facultad de Artes Liberales

Universidad Adolfo Ibáñez

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