La broma de TVN

Quiebre en el directorio de TVN.


Guillier for president. Al excandidato esta vez no lo pillaron volando bajo y todo indica que, incluso, se había leído el proyecto. La cuestión es que calificó la propuesta de capitalización de TVN como "una falta de respeto al país y al Senado".

Toda la razón. "¿Por qué le vamos a pasar esa plata a gente que fracasó y que son los mismos que continúan?", se preguntó el parlamentario. Respuesta: porque así de giles podemos llegar a ser, fíjese.

Los capos de TVN (firmes promotores de una programación tan básica e insustancial como la del resto de los canales) pidieron al Estado (entiéndase, una vez más, a nosotros los contribuyentes) casi 100 millones de dólares para tapar el hoyo financiero de su exitosa gestión (que no genera ni rating, ni calidad, ni lucas). Como los criticaron mucho, bajaron el pedido a 47 millones. "Me asiste la duda para qué querían ese dinero", acotó Guillier, considerando el tamaño del recorte que ellos mismos propusieron.

La guinda de la torta la puso el infaltable Solari, hombre cercano a Bachelet que siempre agarra uno que otro puestito cuando la izquierda asume en La Moneda. Según este exministro y exsubsecretario, podemos vivir tranquilos porque TVN no requerirá nuevas capitalizaciones, puesto que "se rompió con una situación muy compleja que impedía a TVN endeudarse con aval del Estado".

Sí, leyó usted bien. El presidente de TVN nos está advirtiendo que le seguirá yendo como la mona, pero que en lugar de pedir plata al dueño vía capital, se financiará con deuda. Y como nadie en su sano juicio le prestaría plata a esta empresa (y menos con estos señores a cargo), contará con el aval del Estado. Le recuerdo a míster Solari que el capital, para todos los efectos contables, constituye deuda con el accionista y si ese mismo accionista deberá cubrir, en su calidad de aval, con la deuda que contraiga la empresa, entonces estamos hablando de deuda más deuda.

Bueno, lo de Guillier no llegó muy lejos, porque al final terminó votando a favor de la capitalización. Pero al menos, por un valioso momento, pareció que entendía el fondo del problema.

O nos deshacemos de una vez por todas de este canal, que de público tiene poco y que aporta casi cero a la programación de la televisión abierta (el casi lo incluí porque soy generoso), o discutimos la necesidad de contar con un medio que aporte contenidos que la televisión privada no está en condiciones de incluir o no le interesan.

Yo no estoy seguro que se requiera, pero sigo abierto a que me convenzan y me traigan los clásicos ejemplos de la BBC o la Deutsche Welle. Lo que sí tengo claro es que los 47 millones de TVN se van a esfumar tan rápido como el voto de Guillier.

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