La Cumbre Trump-Kim



Mike Pompeo, actual Secretario de Estado estadounidense, reiteró a horas de la celebración de la cumbre histórica entre Donald Trump y Kim Jong-un que los Estados Unidos exigían la desnuclearización completa, verificable e irreversible de Corea del Norte.  Por su parte, el líder de Pyongyang tiene un objetivo claro: garantías de la Casa Blanca en cuanto a garantizar la sobrevivencia del régimen, y de la dinastía que el mismo lidera. Pompeo fue tajante al señalar, enteste sentido, que "estamos listos para ofrecer garantías de seguridad que son diferentes, únicas, que América (sic) jamás estuvo dispuesto a entregar antes. Creemos que es necesario y apropiado".

El régimen coreano indico, por su parte, que la cumbre debía "establecer una nueva relación para responder a las demandas cambiantes de una nueva era", acuñando la idea según la cual "opiniones variadas y en profundidad" serán objeto de cambios, a fin de establecer un régimen de paz permanente para la península coreana y para resolver problemas de interés común, incluida la desnuclearización de la península. En este sentido, el régimen fue claro: "Incluso si un país mantuvo una relación hostil con nosotros en el pasado, nuestro parecer es que, si ese país respeta nuestra autonomía, nosotros deberemos buscar una normalización a través del dialogo" directo.

La desnuclearización del régimen excluye, sin embargo, toda iniciativa de un desarme unilateral. La razón es simple: la bomba nuclear constituye en sí un factor y una variable  igualadora de la fuerza militar. La disuasión del débil al fuerte. Es en este sentido que se inscribe el largo proceso de más de 25 años por desarrollar una capacidad nuclear militar y asociar ésta a una capacidad balística capaz de amenazar, no solo a los aliados históricos estadounidense, como son Japón y Corea del Sur, sino que también el territorio continental estadounidense.

La desnuclearización no solo implicará el desmantelamiento de la fuerza nuclear norcoreana, sino que además implica el término del "paragua nuclear" estadounidense en favor de Seúl y de Tokio. ¿Está dispuesta la Casa Blanca a hacer concesiones al régimen de Pyongyang? La respuesta puede ser encontrada a 6.389 kilómetros de distancia, en Teherán, la capital del régimen iraní. Para los Estados Unidos  la principal amenaza proviene de esa parte del planeta. No solo por la amenaza convencional que el régimen representa para los intereses estadounidenses en la zona, sino que sobre todo su voluntad por dotarse de una capacidad nuclear bélica, y además por su influencia, clara e insistente, en cuanto a generar focos de inestabilidad político-religiosa en dicho espacio geopolítico. De la misma manera, una entente cordial con Corea del Norte permitirá impedir que el régimen de Kim Jon-un continúe apoyando el programa nuclear y balístico de los ayatolas. Si bien los Estados Unidos están preparados para llevar a cabo una guerra en dos frentes, la nueva estrategia de seguridad nacional plantea dos fuentes de amenazas: el binomio China/Rusia y los Estados parias, como son, o eran, el otro binomio: Irán-Corea del Norte.

Las condiciones ayer estaban dadas para un cambio de retórica y actitud del mandatario estadounidense hacia su par norcoreano: su endurecimiento declaratorio, horas antes de la cumbre hacia sus aliados históricos, le permitía demostrar su capacidad política para representar de manera pragmática los intereses nacionales estadounidenses.

En términos generales tres puntos quedaron claros con la cumbre:

-         Donald Trump tenía en mente su naciente rivalidad político-militar con Rusia y China cuando se reunió con Kim Jon-un. Su objetivo estratégico está centrado y dirigido hacia  Moscú y Pekín, no en la península coreana.

-         Para el mandatario norteamericano, la retórica amenazante hacia el régimen, en particular de aniquilación física y el uso de la fuerza directa en su contra, llevaron al representante de la dinastía norcoreana a ceder. Claramente representa un triunfo para su forma de hacer política internacional.

-         La pacificación de la península coreana deja la vía libre a los EE.UU. y su principal aliado en el Medio Oriente para "resolver" el tema iraní. Hacia allá debemos comenzar a mirar más atentamente a partir de hoy.

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