En la desconfianza está el peligro

guido


"Comienza el inicio del fin de la Constitución de Pinochet, quiere decir que se va a terminar el agua como propiedad privada, se va a terminar este Tribunal Constitucional, se va a terminar el rol subsidiario del Estado, se va a terminar una sociedad donde la propiedad privada está por sobre cualquier otro valor; yo creo que eso es un gran triunfo para los chilenos y las chilenas, y se va a terminar un sistema que ha conducido a Chile a la desigualdad".

La anterior es una cita del senador Girardi, hablando en la puerta de la sala de sesiones de la Cámara Alta, a mediados de la semana recién pasada. Se agradece la honestidad y la claridad para exponer el objetivo suyo y de sus colegas, queda claro que se trata de "terminar" -cito el verbo rector usado por él- nuestro actual modelo de desarrollo y reemplazarlo por otro, del cual nos adelanta solo dos elementos: la propiedad privada no será un derecho fundamental y no existirá el Tribunal Constitucional como lo conocemos hoy. La referencia al agua es meramente ejemplar, puesto que el conjunto de la declaración implica también una visión completamente diferente de la regulación de los recursos naturales.

La certeza es a la economía lo que el oxígeno es a la vida; allí donde no se puede predecir razonablemente cuál será la regulación en el futuro, cuáles serán los derechos, la institucionalidad que los asegurará, ni el apego de las instituciones a las reglas y procedimientos, es imposible esperar que exista inversión y, por lo tanto, empleo, mejores oportunidades para las personas, ni recaudación tributaria suficiente para cubrir las demandas sociales. Sin certeza, la economía se ahoga, como se ahoga la vida sin oxígeno.

Lamentablemente, el senador Girardi solo nos anuncia lo que se acabará si su partido tiene éxito, pero no sabemos aún cuál es el proyecto alternativo. En la Constitución actual, la propiedad privada está supeditada al interés nacional y la utilidad pública -art. 19, Nº 24, inciso tercero-, pero esto sería insuficiente, se requeriría supeditarla constitucionalmente también a otros valores, ¿a cuáles, cautelados por quién, si tampoco existirá "este Tribunal Constitucional"?

Debilitando gravemente la propiedad privada no hay mercado y, sin mercado, la experiencia es aplastante; no hay economía capaz de generar prosperidad, así como tampoco hay libertad individual y, sin personas libres, no se tiene paz social.

Un viejo adagio dice que "en la confianza está el peligro", pero en la economía es al revés: el peligro está en la desconfianza. Un proceso constituyente que se gatilla por el uso ilegítimo de la fuerza y se funda en una "página en blanco" solo anuncia pobreza. El senador Girardi nos lo dijo con valorable franqueza.

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