La inevitable renuncia de Kuczynski



La comparación es inevitable. Hace 18 años un presidente de Perú renunció tras la sorprendente revelación de una serie de videos que mostraban a su más estrecho asesor comprando apoyos políticos. El miércoles otro mandatario peruano tuvo que dimitir también golpeado por la revelación de imágenes que mostraban el intento de sumar apoyo a cambio de prebendas. Sin embargo, equiparar ambos hechos es sin duda injusto.

La renuncia de Alberto Fujimori hace casi dos décadas se produjo meses después de ser reelegido para un tercer mandato en unas elecciones abiertamente cuestionadas por la oposición y cuando su gobierno estaba fuertemente erosionado por una extendida red de corrupción. Mientras que Pedro Pablo Kuczynski solo llevaba 20 meses en el poder , y pese a enfrentar cuestionamientos por supuestos pagos recibidos de la empresa brasileña Odebrecht cuando ejercía como ministro de Economía del entonces presidente Alejandro Toledo -lo que motivó dos mociones de vacancia-, su caída no responde a la descomposición de un régimen corroído por la corrupción. Son otros los factores que explican la dimisión de PPK y serán determinantes para el rumbo que siga el proceso.

Más allá de la necesidad de aclarar eventuales irregularidades del ahora renunciado presidente cuando era ministro -acusaciones que él ha negado consistentemente- la salida de PPK se explica por su evidente debilidad política, la incapacidad de ampliar su base de apoyo en el Congreso y el obstructivo rol de la oposición. Desde su elección en junio de 2016, cuando ganó por menos de 50 mil votos sobre Keiko Fujimori, y su partido obtuvo en el Congreso solo 18 de los 130 miembros, se enfrentó a una férrea oposición desde el fujimorismo que bloqueó muchas de sus iniciativas. Además, en su corto mandato la oposición forzó la renuncia de un ministro, interpeló a otros tres -dos de los cuales también renunciaron- y retiró la confianza al gabinete en pleno, forzando un cambio del equipo ministerial. A todo ello se agregó su evidente falta de manejo político, que derivó en el primer pedido de vacancia en diciembre y su posterior decisión de indultar a Fujimori, dejando la percepción de que la medida respondía a un acuerdo político para evitar su destitución.

La decisión de PPK sobre el ex presidente debilitó aún más su posición, haciéndole perder apoyos en sectores que inicialmente se habían mostrado más abiertos a respaldarlos. Ello, sumado a la revelación de los videos del hijo menor de Fujimori negociando votos para evitar su caída en vísperas de que se discutiera su segunda moción de vacancia, lo dejaba en una posición que evidentemente hacía insostenible su continuidad. Pero si bien la dimisión de Kuczynski descomprime en parte la tensión en ese país, está lejos de ser la solución definitiva a la crisis. Esta pasa por una reforma política más profunda y una mayor responsabilidad en el actuar de los principales actores de la política peruana.

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