Marchas por la Alameda



SEÑOR DIRECTOR

En respuesta a la carta de Juan Walker publicada el sábado, en la que condena las marchas feministas en la Alameda bajo el argumento -reduccionista, a mi juicio- de que causan problemas de tráfico vehicular y destrozos, sigo su línea argumental.

¿Cómo es posible que todos los chilenos sigan tapando el sol con un dedo frente a los abusos, violaciones y prácticas sexistas? ¿Qué pasa con los derechos de los nueve millones de mujeres chilenas que luchan cada día por buscar su lugar? ¿Dónde queda la "semana de trabajo tranquila" para aquellas mujeres que caminan temerosas por la calle cuando el sol se esconde, frente a la amenaza de sufrir un abuso?

Esa es la otra cara de la marcha, que no aparece en las portadas de los medios, con mujeres de torso desnudo.

Seamos capaces de calar un poco más profundo, atendiendo a la enfermedad y no al síntoma. A nadie le gustan las marchas como fin en sí mismo, lo aseguro, pero la solicitud del cartista de reducirlas a un espacio-tiempo determinado tiene tinte individualista. Mientras algunos se molestan por llegar un poco más tarde al hogar, hay otras que, simplemente, no llegan.

Catalina Maritano Bascuñán

Estudiante de Derecho UC

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