He insistido varias veces en este espacio en la necesidad de diversificar nuestra economía para dejar de depender de manera tan marcada de las veleidades del mercado internacional del cobre. Se me ocurre que hay un tipo de política de desarrollo productivo no convencional que hace conversar al objetivo de mejorar la educación pre- escolar y escolar con la necesidad de diversificar nuestra economía.

Para comenzar, quiero contarles el caso de uno de nuestros alumnos estrella en FEN, Alejandro. Omitiré su nombre real por motivos de confidencialidad. Alejandro llegó a duras penas a nuestra facultad. Venía de una familia modestísima y de una escuela técnico profesional cuyos egresados ni soñaban con la universidad. Tuvo que rendir la PSU tres veces para alcanzar a rasguñar un cupo en FEN, por supuesto sin el beneficio de un preuniversitario. Sin embargo, con tesón e inteligencia fue el mejor alumno de Ingeniería Comercial, el mejor alumno del Magíster en Economía, un instructor y joven investigador destacado, y ahora está terminando un doctorado en una de las más prestigiosas universidades del mundo. Sin lugar a dudas, la probabilidad de que Alejandro llegara a donde está era muy cercana a cero.

¿A qué viene este ejemplo? A que estamos desperdiciando mucho talento humano con nuestra pésima educación pública. Si Alejandro fue exitoso, ¿cuántos otros Alejandros se quedaron en el camino y cuántos ni osaron pensar en que su destino podría ser distinto al de sus padres y entorno social? Probablemente miles, o cientos de miles. Una de las tareas que tenemos en educación es aumentar fuertemente la probabilidad que los Alejandros de nuestra sociedad puedan primero soñar con un futuro distinto y luego transformar sus sueños en realidad.

El lector se preguntará qué tiene que ver esto con diversificar la economía. ¡Mucho! El descubrimiento de nuevos productos, mercados, tecnologías, etc depende del emprendimiento. Si Chile pudiese contar con miles de Alejandros, serían ellos los que descubrirían hacia dónde puede y debe ir nuestra economía. Entonces, el esfuerzo por mejorar la educación que le brindamos a todos no es solo una política social. Es también una apuesta al futuro de la economía chilena.

La pésima educación para nuestros jóvenes de orígenes modestos es, entonces, la mejor manera de aprovechar los talentos que existen en nuestra gente. Los talentos están distribuidos aleatoriamente entre ricos y pobres. Por lo tanto, poner recursos en mejorar la educación pre escolar y escolar es la mejor forma de garantizar un futuro mejor para los jóvenes que no la están recibiendo y para aquellos que se beneficiarán de su éxito, que somos todos. Esta es una tarea de largo alcance y muy cara. Va más allá de las consignas que han estado en boga. Pongámonos a trabajar. Cada año que pasa perdemos a varios miles de Alejandros. Y quién sabe cuánto PIB potencial.