Matinales: entretención que confunde

Matinales final


Por Juan Ignacio Brito, periodista

El debate sobre los matinales ha prestado mayor atención al papel que en ellos juegan los políticos que a la otra parte de la ecuación: la responsabilidad de los medios que los ponen al aire. El “circo en llamas” que acusó Carlos Peña no existiría sin canales de TV dispuestos a proveer el escenario y el elenco de reparto para que los políticos hagan sus gracias en pantalla.

Se critica que el rol de los medios y los periodistas que allí se desempeñan no debería ser el de comparsas en un show entretenido, porque con ello desdibujan e imposibilitan un papel que se asigna a los medios de comunicación en general y al periodismo en particular: la vigilancia de la autoridad y el poder. Hay aquí una primera confusión que es conveniente aclarar. Son el periodismo y los medios informativos los que deben servir de “perro guardián”. No así los medios de comunicación en general, muchos de los cuales tienen otros objetivos.

A diferencia de, por ejemplo, los diarios, en la televisión conviven la información y el entretenimiento. Los matinales responden a este último género, como lo sugiere el hecho de que típicamente dependan de las áreas de producción de los canales, no de los departamentos de prensa. Enreda más el panorama que en la conducción y elaboración de los matinales participen muchos periodistas, que a menudo se recurra en esos espacios a prácticas que tienen un obvio origen periodístico (entrevistas, reportajes, notas informativas, etc.) y que participen como invitados o panelistas autoridades que son fuentes habituales de los medios periodísticos.

El “infotainment” de los matinales da pie a una confusión que debería ser aclarada. Un primer paso recomendable en ese sentido sería establecer que lo que se hace allí no es periodismo, porque el objetivo central no es informar, sino entretener. Y este último no es un propósito per se del periodismo. Afirmar que lo que hacen los matinales es periodismo porque allí participan reporteros y se recurre a usos periodísticos es tan errado como sostener que la propaganda es periodismo porque se sirve de usos narrativos propios de éste.

El periodismo no es una técnica ni solo lo que los periodistas hacen; es una profesión con reglas y objetivos propios que la distinguen de otros quehaceres. El trabajo periodístico informa a la ciudadanía sobre la base de estándares profesionales definidos, entre ellos el cuestionamiento y la vigilancia del poder. Lo que se ve en los matinales dista mucho de eso, porque allí el criterio que todo lo condiciona es entretener, no informar.

Por desgracia, los canales de TV han generado esta confusión. A ella colaboran periodistas que, con su actuación, se prestan para fomentarla. Sería muy útil que unos y otros definieran con nitidez qué es aquello que hacen en pantalla.

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