No dar la espalda

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Foto: Reuters.


Esta columna fue escrita junto a Leonardo Moreno, Director Fundación Superación de la Pobreza.

Pese a que confiamos aspectos fundamentales de nuestras vidas a las instituciones del país, ninguna ha salido incólume de los casos de corrupción, abusos, o uso indebido de grandes cantidades de dinero del erario público. Lamentablemente nadie se ha librado tampoco de encubrimientos o falsedades y ello nos ha provocado indignación, acumulación de rabia y exigencia de castigo para aquellos que han traicionado lo más elemental de la convivencia social: la confianza.

El "tercer sector", conformado por las organizaciones de la sociedad civil que persiguen diversas causas de bien común, también se ha visto afectado por esta crisis de confianza. En efecto, en el seno de diversas ONG se han presentado también casos de corrupción, de abusos, de delitos o bochornos de diversa índole. Aún están en la retina los casos de abuso infantil en Haití por parte de funcionarios de Oxfam, quizá la ONG más grande y prestigiosa en el mundo, de excesos y conductas inapropiadas del segundo hombre de Unicef cuando trabajaba en Save the Children, de corrupción en la Cruz Roja Internacional, entre otros. La fundada indignación ciudadana no se ha hecho esperar.

De todos los casos, ya sea de origen público, privado o del tercer sector, esperamos correctas investigaciones y sanciones, que permitan comenzar a recomponer la confianza en las instituciones que han fallado, aunque ello tome tiempo.

Muchas veces frente a la desazón por lo sucedido, profundizamos nuestra desafección y aislamiento social. Pero restarnos de la solución de los problemas, solo puede aumentar la posibilidad de anomalías en las instituciones. Así las cosas, y siendo por años parte del tercer sector, proponemos no abandonarlo, no darle la espalda; por el contrario, proponemos involucrarnos más activamente, evitando condenar a personas y organizaciones sin comprobar la información.

¿Lo que planteamos significa entregar un cheque en blanco a las ONG? Definitivamente, no. Las organizaciones son tan vulnerables de caer en la corrupción, abuso de poder, o malas prácticas de cualquier tipo, tanto como las empresas, gremios, iglesias, partidos políticos, funcionarios públicos, u otros. Justamente por ello hay que protegerlas a ellas y a sus causas. Y como reciprocidad básica de nuestro apoyo, las ONG deben mejorar en aspectos que muchas veces permanecen en la opacidad como el origen y trazabilidad de las fuentes de financiamiento o sus estándares de probidad, entre otros. Un buen ejemplo en materia de transparencia lo entrega "FECU Social", herramienta para la rendición estandarizada de cuentas impulsada por la Comunidad de Organizaciones Solidarias, que agrupa a 200 ONG que en conjunto trabajan con cerca de un millón de personas.

Las organizaciones de la sociedad civil todavía estamos al debe y tenemos un gran desafío: generar nuevos y más exigentes mecanismos preventivos de autorregulación que resguarden comportamientos éticos y normativos adecuados, y sobre todo, no perder de vista nuestra tarea principal: seguir trabajando para recomponer los vínculos y confianzas en una sociedad marcada por la exclusión y el aislamiento social.

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