SEÑOR DIRECTOR

El liberalismo experimenta una paradoja: cuanta más presencia pública tiene, más cuestionado es. Es encomiable la calidad y éxito de los relatos de conversión de antiguos marxistas al liberalismo, los ensayos que resaltan los bienes morales que generaría el libre mercado o los bien financiados centros privados que promueven este ideario. Lo singular de la situación está dado por la escasa permeabilidad social que tiene el liberalismo hoy. El auge y éxito electoral de movimientos populistas e iliberales -que volvemos a presenciar esta vez en Italia-muestran que el cuestionamiento a esta tradición es un asunto global y preocupante. Los defensores del liberalismo debieran abordar esta paradoja seriamente.

Mauricio Salgado