Pasó el 18

El plebiscito constitucional tiene fecha para el 25 de octubre. Foto: Mario Téllez

Pasó el 18. Ha sido un septiembre tranquilo, cuando habitualmente no lo es. No ocurrieron conmociones por los 50 años del triunfo de Allende, o las que siempre provoca la fecha del 11 de septiembre, tampoco se cumplieron los pronósticos agoreros de violencia. Sin duda la pandemia estrecha posibilidades y disuade intenciones de movilizarse, pero también influyen el peso creciente que toma en la sociedad la crisis económica, el cansancio de sucesivas anormalidades en la vida cotidiana, el mejor trabajo policial para cautelar sin excesos el orden público y el clima electoral que ya envuelve a los partidos y crecientemente a la población.

La política entra de lleno a la campaña plebiscitaria. Puede decirse que es un plebiscito inútil. No resolverá nada y el apruebo tendrá una amplia mayoría que suma voluntades de oposición y gobierno, abriendo esperanzas de un debate menos atrincherado. Sin embargo, el plebiscito cumple otro propósito valioso. Adelantó un tiempo electoral, que en caso contrario, habría comenzado solo en algunos meses más. Y cuando de votos se trata, todos saben que verse asociado a la violencia no es buen negocio para quienes deben dejar de especular con las redes sociales y conectarse con las mayorías ciudadanas. Episodios de violencia habrá, pero la violencia pierde legitimidad social ante el voto.

Se abren ahora a los partidos ocupaciones que obligan a concentrarse en ellas. Por cierto, las campañas. En los próximos 15 meses se juega el peso relativo de cada uno en las elecciones de Constituyente, alcaldías, concejos municipales, Cores, Parlamento y presidenciales. Se disputa quienes serán los que predominan en la izquierda; si sus partidos tradicionales ligados a la ex Nueva Mayoría o el Frente Amplio o el PC. ¿Querrá el FA pagar los costos de ir en lista con el PC luego del impresentable renuncio público de éste respecto a la violación de DD.HH. en Venezuela? También en la derecha, el peso relativo de cada uno no le es indiferente a ningún partido.

Pero hay más. Es ahora que la ciudadanía tomará conciencia de que los partidos se han asegurado que los constituyentes provendrán, casi sin excepción, de listas partidarias. Es casi nulo el espacio para elegir independientes. Cuando el prestigio de la política está por los suelos, esto afecta el valor ciudadano de la Convención Constituyente. La calidad de los nombres que se propongan, no será indiferente al votante. Independientes en listas partidarias aportarán un plus. Por su parte, la igualdad de género da oportunidad preciosa a las mujeres para reeditar esa transversalidad que las transformó en la herencia más relevante de las movilizaciones de 2019. En cosas como éstas se jugará la sintonía de los constituyentes con la sociedad. Cerrar la brecha abierta entre política y sociedad, es su mayor reto y más trascendente objetivo.

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