Señales de alerta en Encuesta Nacional de Salud



La última Encuesta Nacional de Salud (2017) -cuyos resultados han sido entregados por el Ministerio de Salud-, si bien reveló algunos avances valiosos, como por ejemplo el menor consumo de tabaco en la población, también reafirmó que el país sigue enfrentando amenazas considerables en cuanto a índices de obesidad y riesgos cardiovasculares, lo que requiere políticas mucho más efectivas y de largo plazo -que naturalmente exceden la duración de un gobierno-, que logren cambios de hábitos sustanciales en la población.

Los datos de la encuesta son ilustrativos en cuanto a que nuestro país se ubica en una situación de alta prevalencia de síndrome metabólico y riesgo cardiovascular (el estudio revela, de hecho, que el 25% de la población se encuentra en la categoría de riesgo cardiovascular alto). Como es previsible, una parte importante de estos problemas derivan de malos hábitos alimenticios y sedentarismo. Ello se refleja en que casi el 40% de la población en Chile presenta sobrepeso, mientras que el sedentarismo, aunque ha disminuido ligeramente, sigue siendo muy elevado, llegando al 83% en los hombres mayores de 15 años, y al 90% en el caso de las mujeres.

No son cifras alentadoras, en particular cuando de acuerdo con otros estudios los índices de sobrepeso ubican a Chile entre los diez países con mayor prevalencia de este problema, mientras que en el caso de la obesidad -que llega al 31%- está entre las 20 naciones con mayores índices. El fenómeno es más preocupante si se considera que ostentamos el quinto lugar en el mundo con mayor tasa de niños con exceso de peso -en torno a 30%-, mientras que si se considera la obesidad infantil, el país está en el décimo lugar.

Es importante que las políticas públicas sensibilicen a la población sobre los riesgos a los que se expone producto de malos hábitos de alimentación y sedentarismo. Quienes están en dicha condición, especialmente desde temprana edad, tienen más probabilidades de desarrollar males como la diabetes -actualmente un problema de alta prevalencia en nuestra población-, cáncer y un aumento importante en los factores de riesgo de infarto al miocardio o enfermedades cerebrovasculares. La población no parece haber tomado suficiente conciencia de estas amenazas, ni de las limitaciones a la calidad de vida o temprana disminución de las capacidades laborales producto de estos males crónicos.

Para los sistemas de salud, los problemas derivados de la obesidad y los malos hábitos ya significan ingentes gastos, y en la medida que éstos no tengan una adecuada contención, los costos podrían llegar a ser inabordables. De acuerdo con recientes estudios que han estimado el impacto financiero de la obesidad para el caso de Chile -realizados por investigadores de las universidades de Chile y de Santiago-, nuestro país pierde en torno al 0,8% del PIB en tratamientos médicos, enfermedades asociadas, pensiones de invalidez, ausentismo laboral, pérdida de productividad y mortalidad prematura.

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