Sin mujeres no hay desarrollo

mujer sombra
Foto: Archivo


*Esta columna fue escrita junto a Sofía Zapata, Coordinadora Comisión Desafíos del Conocimiento. Revolución Democrática.

Al hablar de desigualdad, la ciencia ha sido un ejemplo patente a lo largo de la historia de cómo las mujeres han sido invisibilizadas en un área vital del desarrollo humano.  Por esta razón, recién hace 3 años se determinó que el 11 de febrero se conmemora en el mundo el "Día de la Mujer y la Niña en la Ciencia" para reconocer su labor científica y fomentar nuevas vocaciones.

En Chile, la subrepresentación femenina en esta área es preocupante, las investigadoras abarcan solo un 32% del total de científicos, situación que se profundiza en Ingeniería y Tecnología, donde apenas llegan al 19% (Unesco, 2017). Esta desigualdad de género, estructural, tiene su repercusión en todas las esferas del conocimiento,  por ejemplo en matemáticas, en que los últimos informes Pisa han comprobado una relación proporcional entre la diferencia de rendimiento entre hombres y mujeres, y la desigualdad de género existente en cada país.

Las causas que originan esta subrepresentación son multisistémicas: (1) sesgo en la evaluación en el período escolar y académico, (2) diferencias en los intereses de las niñas fomentados por estereotipos de género, (3) falta de referentes mujeres en que las niñas se puedan sentir representadas, y (4) barreras para el desarrollo de la carrera científica de las mujeres, asociada a la falta de financiamiento e inestabilidad laboral, sobrecarga laboral y familiar, menos citas en artículos académicos,  etc.

También podemos constatar que las mujeres en profesiones científicas ocupan menos cargos cuanto mayor es el liderazgo del puesto. En Chile esto se puede comprobar, por ejemplo, en la composición de los comités que fallan los concursos y deciden el financiamiento de los fondos de investigación, que  tienen una inaceptable desproporción de mujeres. Otro caso tiene que ver con  las mujeres con grado de Doctor en Chile, quienes reciben salarios más bajos que sus pares masculinos y, en consecuencia, se estima que sus pensiones serán un 45% más bajas. (ANIP, 2015).

Ante este panorama hay acciones positivas que quieren cambiar esta realidad, como el sistema de enfoque de género de Conicyt, que busca eliminar ciertas barreras en el acceso a recursos de investigación en mujeres que han disminuido su productividad científica luego de haber sido madres. La realización del Gender Summit en Chile, en diciembre pasado, también puso en la agenda de las máximas autoridades este asunto. También, el aumento en el porcentaje de mujeres seleccionadas en carreras de ingeniería (fruto de políticas de inclusión realizadas en los últimos años) es una señal positiva hacia el futuro.

Sin embargo, todavía resulta preocupante la falta de propuestas sobre este tema en la discusión del nuevo Ministerio de Ciencia, Tecnología, Conocimiento e innovación, o en la masculinización del anunciado gabinete de Sebastián Piñera, mensaje de poca escucha hacia la demanda de señales por la equidad de género.

Tener más ciencia en Chile es un paso importante para avanzar como país. Pero si se da con real presencia y protagonismo equitativo entre hombres y mujeres, dicho avance recién podrá llamarse desarrollo.      

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