Tiempos de rebaraje

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La elección presidencial tuvo un efecto social, la vuelta a lo suyo de una ciudadanía que se demostró agotada de tanto reformismo grandilocuente pero inepto; y un efecto político, marcar el fin de una particular forma de predominio de la centroizquierda. Vivimos tiempos de rebaraje.

En la oposición son, por ahora, primeros pasos. Desgranes, reflexiones autocríticas y elecciones complejas en DC y PPD. Respuestas a las propuestas de acuerdos del gobierno, que reagrupa a los que concurren, DC, PPD, PR y líderes del Frente Amplio y también, a los que se niegan a concurrir, PS, PC y otra parte del Frente Amplio. Esfuerzos de senadores de la ex Nueva Mayoría por construir posiciones comunes, al menos en el Parlamento. Guiños entre Ciudadanos y parte de los que abandonaron la DC. Búsqueda de perfiles de un Frente Amplio desdibujado en sus primeros pasos institucionales.

Pero en el gobierno y Chile Vamos, otro es el gran rebaraje. Aquel del cual depende su sueño de gobernar más de un período presidencial continuo. Su capacidad para consolidarse como referente político de esa masa ciudadana de centro, que hace el fiel de la balanza electoral y que en la última elección por primera vez en decenios, optó por abandonar a la centroizquierda.

Para eso no le basta mostrar eficiencia. Siempre por lo demás discutible cuando altas expectativas no tienen respuesta inmediata ni simultánea posibles. Debe incorporar más sellos; liberales, propios de la cultura ciudadana mayoritaria; y de centro, propios de una clase media que busca más espacios en el modelo, tiene conciencia de las desigualdades existentes y teme volver atrás. Podrán incomodar a la UDI y más aún a los seguidores de J. A. Kast, pero no tienen muchas opciones. Si Piñera gira al centro y sus respuestas se demuestran mejores que las muy cuestionadas de la Nueva Mayoría, el rebaraje puede ser mayor. Más aún, si los versos cruzados entre Evopoli, Ciudadanos y los ex DC de Progresismo con Progreso, terminan ampliando la coalición gubernamental; y si la DC y PR optan -por convicción o por resignación ante una deriva a izquierda de PS y PC- por una oposición autónoma y "constructiva".

Todo esto se cocina a fuego lento. La política no copa la agenda mediática. Las primeras páginas son ocupadas por "aquellas pequeñas cosas" como declaraciones de ministros, designaciones mal pensadas, disputas algo herméticas de economistas de oposición y gobierno, etc. Así como también, por la agenda sobre acosos y abusos sexuales que llegó para quedarse. Por los escándalos de la Iglesia Católica, el caso monstruoso de la violación y asesinato de Ambar, las denuncias a un destacado profesor de derecho, así como a actores de TV y, por cierto, al impacto local del movimiento Me Too, o los casos de violación grupal en España y Chile. Pero eso no quiere decir que la política duerme. Procesa cambios muy profundos.

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