Tillerson en la región

Rex Tillerson
Rex Tillerson, secretario de Estado de EE.UU. Foto: Reuters


El Secretario de Estado norteamericano, Rex Tillerson, está en de gira por la región. Se dice que Venezuela es el gran tema de su gira por México, Argentina, Perú, Colombia y Jamaica. Por desgracia, no es así. Hay otros dos asuntos que Estados Unidos quiere abordar prioritariamente y están mal orientados.

El primero es la emigración latinoamericana: en cierta forma como los europeos han pedido en África, Washington quisiera que países como México, en tanto que "fuentes" de emigrantes hacia el norte, asumieran la responsabilidad de detenerla. Los gobiernos latinoamericanos no están en condiciones de hacerlo, ni interesados en intentarlo. El segundo es "la seguridad", que engloba muchas cosas (también la emigración) pero sobre todo la exportación de cocaína, asunto en el que Colombia ha vuelto a estar en el centro de atención. Los cultivos ya igualan el área sembrada que había hace dos décadas y el negocio, hoy bajo control de varias organizaciones criminales que han ocupado el lugar dejado por las Farc, está floreciendo. Estados Unidos se niega a apoyar la política de sustitución de cultivos impulsada por Juan Manuel Santos, que forma parte de los acuerdos de paz, y pretende presionar a Bogotá para concentrarse en la erradicación forzosa, cuyas consecuencias ya padeció ese país en el pasado y en nada ayudaron a cumplir los objetivos estadounidenses.

Todo lo cual indica que, irónicamente, Venezuela es la salvación de las relaciones entre Estados Unidos y América Latina porque en lo demás hay visiones muy encontradas. El comercio podría haber sido otra razón de amistad política, pero no lo es. Washington renegocia en este momento con México, primer país en visitar Tillerson en esta gira, el Tratado de Libre Comercio de Norteamérica y las modificaciones que propone, so amenaza de cancelar todo, se han convertido para muchos mexicanos en una razón para votar, en julio, con ocasión de las presidenciales, por López Obrador, el populista. Quizá la única buena noticia sea que Trump finalmente va entendiendo que carece de sentido forzar una decisión antes de julio porque ello alimentaría más el voto de López Obrador (la Casa Blanca también teme que un nuevo acuerdo deficiente sea utilizado por los demócratas en las elecciones legislativas de noviembre en el propio Estados Unidos).

Tillerson, viejo empresario petrolero enterado de los beneficios de la globalización, tiene una visión personal muy distinta de la de Trump. Eso hará que se conduzca con más sentido del interlocutor que Trump o incluso Mike Pence, que visitó la región en su día. Lo cual aconseja que Venezuela sea el tema central de la gira de boca para afuera.

En eso, desde México hasta Colombia, pasando por Argentina y Perú, están todos de acuerdo. Ninguno reconoce el proceso electoral fraudulento que está organizando Nicolás Maduro para abril con miras a prolongar su dictadura. Argentina es el país al que la Casa Blanca ha identificado como el aliado estratégico en ese asunto. Macri, que no reconocerá el resultado del fraude en abril, es visto como el líder regional en la defensa de la democracia venezolana. De allí que Argentina vuelva a ser una parada clave en una gira de un funcionario de alto nivel.

Todavía no ha existe una fórmula de consenso para encarar el problema "Maduro". El venezolano pretende aguar la fiesta de la Cumbre de las Américas a realizarse en Lima en abril, acudiendo. Sería una buena noticia que la gira de Tillerson produjera acuerdos concretos entre los demócratas de la región de cara a Venezuela y uno de ellos debería ser la exclusión del dictador de una reunión que se inventó, en parte, para celebrar la democracia en el hemisferio.

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