Una Cumbre de las Américas a la deriva

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Foto: EFE


El programa oficial de actividades en Lima del Vicepresidente de los Estados Unidos, Mike Pence, quien sustituyó al Presidente Donald Trump en la Cumbre de las Américas, contemplaba un banquete el viernes 13 con "el Presidente del Perú, Pedro Pablo Kuczynski". Poco después de entregar el programa a la prensa, alguien se dio cuenta del error, y la segunda versión del texto distribuido sustituyó el nombre del ya renunciado PPK por el del actual Presidente del Perú, Martín Vizcarra. La sangre no llegó al río, pero ésta fue la tónica en una de las cumbres menos memorables en el cuarto de siglo de historia de las mismas, algo no atemperado por los 57 compromisos firmados en la declaración final.

Partiendo por el tema central de la Cumbre, "Gobernabilidad Democrática frente a la Corrupción", en un país cuyo presidente renunció tres semanas antes por acusaciones de falta de probidad, y cuyos tres presidentes anteriores son investigados por motivos similares ; siguiendo con la desinvitación, del propio PPK, al Presidente Nicolás Maduro de Venezuela; y culminando en la ausencia ( también sin precedentes) del Presidente Donald Trump, el encuentro no puede sino haber dejado un mal sabor en la boca de los organizadores.

A muchos diplomáticos no les gustan las cumbres. El esfuerzo organizativo que implican, distraería de la "verdadera" labor diplomática, y entregaría decisiones sobre temas complejos a líderes que no los dominan, y que con tal de "tener algo que mostrar", están dispuestos a entregar "rabo y oreja". El propio Presidente Piñera, hace algunos años, camino a otra cumbre, en Asunción, manifestó su frustración con la seguidilla de reuniones de este tipo en la región, señalando, "tenemos tantas cumbres que parecen cordillera". No comparto esa visión. Así como las visitas de Estado concentran las mentes de las burocracias y permiten avanzar en muchos temas, las cumbres pueden tener un efecto similar, destrabando asuntos entrampados, por lo que el costo de oportunidad de esta VIII Cumbre , con tan poco que mostrar, es tan alto.

La I Cumbre de las Américas, llevada a cabo en Miami en 1994, tuvo como propósito central la promoción del libre comercio. Ello se ha ido desdibujando. Y no es casualidad que por vez primera, China haya dicho presente ( en calidad de país observador) en una de estas cumbres, y que en 2019, para el 60 aniversario del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), su Asamblea General Anual será en Chengdú, en la China profunda.

Lo que quedó de manifiesto en Lima, en todo caso, es la falta de interés de los Estados Unidos en las instancias multilaterales, lo que no significa que los países latinoamericanos deban quedarse cruzados de brazos. Lo que deben hacer es ponerse de acuerdo, avanzar por su cuenta en los temas que están bajo su control, y llevarlos a buen puerto, dándole un nuevo impulso al multilateralismo latinoamericano, al que Chile tanto ha aportado.

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