Venezuela y Cumbre de las Américas



El Presidente de Perú, Martín Vizcarra, finalizó la VIII Cumbre de las Américas con una advertencia a aplicar los compromisos que permitan una política de tolerancia cero frente a los actos de corrupción en la región. Pero si bien el encuentro dio un paso positivo en favor de avanzar hacia mecanismos que protejan a las democracias de la corrupción, lo cierto es que en lo referente a Venezuela los países no fueron capaces de expresar una categórica condena a la crítica situación que atraviesa ese país.

Más allá de que algunos presidentes de la región expresaran en forma personal su profunda preocupación por la crisis venezolana, es lamentable que la Cumbre haya perdido una ocasión única para que América Latina asuma una posición conjunta que permita ejercer de manera más efectiva acciones diplomáticas en pro del restablecimiento del orden democrático en Venezuela.

La profunda crisis económica, política y social que vive ese país hace urgente una acción más decidida.

La gravedad de la situación queda aún más en evidencia a la luz de las afirmaciones del ex embajador de Chile en ese país, Pedro Felipe Ramírez, -reconocido admirador de Hugo Chávez- quien denuncia a este diario "la indolencia del gobierno" de Maduro ante la grave situación humanitaria y reconoce que Venezuela es una dictadura.

La falta de una acción más decidida frente a la crisis venezolana no solo es preocupante por la gravedad de lo que allí sucede, sino que pone en entredicho la vigencia de espacios como la Cumbre de las Américas para entregar señales claras y oportunas en favor de la defensa de principios democráticos que esa misma instancia se comprometió a defender.

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