Paula 1245. Sábado 10 de febrero de 2018. Especial Amor.
Ha sido emblema de 2 dinastías inglesas, la han llevado tanto los estandartes de los guerreros como las manos de los amantes, ha representado la belleza y sensualidad de las diosas griegas como la devoción y fervor por la Virgen María. La rosa ha sido, en definitiva, una flor elegida por dioses y reinas, pero al mismo tiempo una especie democrática que florece para todo aquel que la quiera tener: se estima que hoy existen en el mundo más de treinta mil cultivares de rosas, lo que permite que su presencia se haya extendido por todas las latitudes del planeta, adaptándose a diversos climas y condiciones, porque la diversidad de sus formas le permite adecuarse a cualquier espacio. Existen, de hecho, variedades trepadoras capaces de envolver una vivienda y otras arbustivas que alcanzan diferentes tamaños, desde los veinte centímetros hasta los tres metros de altura. Pero sin lugar a duda, la característica más cautivadora es la duración de su floración: pueden durar –con un buen manejo– desde el principio de primavera hasta fines de otoño. ¿Cómo se logra una floración tan extensa? Simplemente cortando sus flores apenas empiezan a marchitarse.
La misión de una planta es completar su ciclo biológico, brotar, crecer, formar flores, luego frutos y finalmente liberar las semillas formadas dentro de este último. Una vez que el ciclo se completa ya pueden descansar hasta la siguiente temporada. Pero si el ciclo se ve interrumpido, el proceso se reactiva, es decir, si la flor no logró formar frutos con semillas, volverá a florecer para poder conseguirlo. Es así como algunas especies logran una segunda floración, algunas veces también una tercera, pero la rosa es tan obstinada, que si cortamos sus flores florecerá una y otra vez hasta lograrlo, permitiéndonos disfrutar de ellas durante varios meses.
Sin embargo, el proceso de floración es tremendamente demandante de energía, lo que produce que las plantas se envejezcan con facilidad. Por eso no se puede abusar. Llega un momento en que es necesario permitirle que fructifique, o bien, realizarle una drástica poda que le permita entrar en el reposo invernal. La ayuda que le brindemos durante su desarrollo también será importante, porque a pesar de ser una especie de bajos requerimientos de agua y nutriente, la floración se ve muy favorecida cuando se le entrega abono y se mantiene su tierra húmeda. Por lo anterior, la fertilización con un abono completo (N-P-K +micronutrientes) debe realizarse todos los años, y el riego al menos tres veces por semana, para mi es una forma de agradecerle su perfume y belleza.
Cinco tips
1. Floración: evitar que se formen los frutos, es decir, cortar las flores apenas empiezan a marchitarse.
2. Podar: cada dos años, podar la planta a la mitad de su tamaño para que los tallos se mantengan jóvenes, verdes y turgentes.
3. Fertilizar: durante los primeros días de primavera, utilizar un abono completo (NPK). El compost, guano o humus de lombriz también es recomendable, pues mejora la estructura del suelo.
4. Plagas: suelen afectarlas los pulgones, pero su efecto no es devastador. Si la plaga se vuelve extremadamente abundante, aplicar macerado de ajo y ají.
5. Controlar el mildiú: este hongo genera sobre las hojas un polvillo blanco, lo que produce que se vuelvan pálidas y luego se caigan. Para controlarlo, aplicar infusión fría de agua con ruda.