"No me sirve que en tu memorándum digas que se va a implementar, necesito que pongas cómo se está implementando", era la forma en que el subsecretario del Interior, Mahmud Aleuy, solía "llamar al orden" a los ministros sectoriales del gobierno de Michelle Bachelet a los que citaba directamente a su despacho en el primer piso de La Moneda, cada vez que había algún problema político o de gestión del gobierno. Muchas veces, afirman en Palacio, eran los mismos miembros del gabinete de la Presidenta los que concurrían a verlo para pedirle ayuda, confiriéndole más poder y atribuciones de las que le correspondían como subsecretario.

El rol de Aleuy fue "fundamental" reconocían hoy en la mañana desde el oficialismo a horas de que deje las oficinas que ocupó en Palacio desde antes incluso que llegara Bachelet por segunda vez a la Presidencia. A las 16 horas, Aleuy traspasará el cargo a Rodrigo Ubilla, quien fue designado por el presidente electo Sebastián Piñera para desempeñarse como subsecretario de Interior, y así facilitar el proceso administrativo de instalación del nuevo gobierno, una tradición que se remonta a los últimos días del régimen de Pinochet y la llegada de Aylwin a La Moneda.

Cercano a la Presidenta Bachelet , con quien milita hace más de 25 años en el misma corriente del Partido Socialista -que también integran la jefa de gabinete de la mandataria, Ana Lya Uriarte; la ministra vocero de gobierno, Paula Narvaéz, el ex senador camilo Escalona y hasta hace poco el ex presidente de la Cámara de Diputados, Osvaldo Andrade-, Aleuy, fue quien logró imponer en los equipos ministeriales una lógica de trabajo basada en dos pilares básicos: lealtad a Bachelet y el cumplimiento de tareas. Por eso era usual que fuera este ingeniero comercial descendiente de libanés quien llamara por teléfono o citara a los ministros del gabinete a su oficina para "llamarlos al orden" y la razón, además, por la que en estos cuatro años, en el oficialismo se ganara los apodos de "el bombero de La Moneda", "del hombre fuerte de Palacio" y de "ministro en las sombras".

Aleuy nunca hizo alarde de una amistad personal con Bachelet, por el contrario, siempre reconoció que estaba fuera de los círculos sociales que frecuentaba la Mandataria y que, incluso, nunca había asistido a una fiesta o cena de amigos en casa de Bachelet o en el palacio presidencial de Cerro Castillo de Viña del Mar, algo que sí puede decir el ministro de Hacienda, Nicolás Eyzaguirre. Aleuy es un tipo reservado, pero sus cercanos dicen que es un gran anfitrión, de aquellos que agasajan con la comida a sus invitados, además de ser un buen conocedor de vinos y de conversación amena. Sus grandes amigos, sin embargo, están distantes o alejados de la política activa, y entre ellos se contaban el doctor Arturo Jirón, médico de Allende y muerto hace algunos años; el doctor Alberto Daiber y el empresario Enrique Alcalde.

Pero su cercanía y lealtad a Bachelet era algo que todos, en los partidos de la centroizquierda, daban por descontado. Con Bachelet, Ana Lya Uriarte y Narváez. Con ellos, afirman en el PS, "tocaba de oreja". A la jefa de gabinete de la mandataria la conoció a mediados de los 80, cuando trabajaban juntos en la clandestinidad en la Izquierda Cristiana. A Bachelet y Narváez, algunos años después, cuando pasaron a las filas del Partido Socialista, dentro del sector que había liderado Clodomiro Almeyda.

Por su lealtad a toda prueba a Bachelet, Aleuy no sólo fue quien se hizo cargo de abordar las emergencias provocadas por desastres naturales, también de las crisis políticas que afectaron al gobierno. En febrero de 2015, tras estallar el caso Caval, fue el subsecretario y no el ministro del Interior Rodrigo Peñailillo quien terminó asumiendo el control daños por los vínculos del hijo de la Presidenta, Sebastián Dávalos, con ese escándalo.

Parlamentarios socialistas y del PPD también recuerdan que fue Aleuy, junto al diputado Osvaldo Andrade, quienes en medio de otra crisis que tenía paralizada la agenda legislativa del gobierno, idearon impulsar una reforma al sistema binominal.

El poder de Aleuy, sin embargo, quedó seriamente debilitado en septiembre del año pasado, cuando el gobierno optó por desistirse de aplicar la ley antiterrorista con los comuneros mapuches ligados al caso de quemas de iglesias en La Araucanía que estaban huelga de hambre, desestimando la estrategia que había impulsado el subsecretario de interior.

Aleuy que estaba en Buenos Aires en esos momentos, advirtió que renunciaría. Bachelet le pidió conversar, a cambio de que no llegara con su renuncia por las manos. Aleuy aceptó, pero su poder ya no volvió a ser el mismo.