Tras una semana marcada por las negociaciones en la oposición para llevar adelante una acusación constitucional contra el ministro de Salud, Emilio Santelices, el diputado Diego Ibáñez del Movimiento Autonomista (MA) tomó un avión con destino a Venezuela, para ser observador de las elecciones presidenciales en las que fue reelecto Nicolás Maduro.

El parlamentario por el distrito 6 afirma que dichos comicios son legítimos, lo que marca una diferencia de lo planteado por Revolución Democrática y el Partido Liberal.

¿Qué análisis hace de las elecciones en Venezuela?

Hay una crisis que es evidente. El sueldo mínimo son tres dólares, la inflación es brutal, la migración igual. Es lamentable lo que está viviendo el país, no obstante, no podemos caer en simplificaciones y hay que comprender las causas. El pueblo venezolano es muy educado respecto de por qué están en crisis y eso se manifiesta en una elección donde seis millones de venezolanos eligieron el oficialismo. Pensar que eligieron a un dictador, que los tiene muriendo de hambre, que viola sus derechos humanos, que los persigue y que infunde terror, es pensar que la gente en Venezuela es estúpida y no es así.

¿Son legítimas las elecciones?

Nosotros aceptamos la invitación para ser observadores del proceso y es un deber ético aportar a la salud democrática de este país, fundamentalmente fiscalizando, que se cumpla con la transparencia, con la paz y el respeto. La conclusión en general es que se cumplió con el estándar técnico. La gente votó, respaldó el proceso y en mi rol de observador tengo que señalar que la elección en Venezuela fue legítima.

El gobierno chileno y el Grupo de Lima la desacreditan...

Hay intereses geopolíticos que tienen directa relación con las causas de la crisis. Hay un intervencionismo y una presión internacional, hay una guerra económica, hay quienes controlan el tipo de cambio y manejan las expectativas de la economía interna y creo que es parte de una configuración en perjuicio de Venezuela de los gobiernos que no están de acuerdo con la opción política que eligió el pueblo venezolano.

Por otro lado, usted lideró las conversaciones entre la oposición para la acusación constitucional. ¿Qué análisis hace al respecto?

Hoy existe un cambio en el tablero político y una disputa sobre la idea de gobernabilidad, que determinará el carácter de la oposición en el futuro. Si bien la ansiedad en esto no ayuda, hay batallas que corren los ejes de lo posible y que debemos identificar a fin de conectar con la época de cambios culturales y sociales que vivimos. Por esto, la oposición no se puede omitir ante un ministro que decidió recortar los derechos de las mujeres por razones ideológicas.

Con la negativa de la DC a apoyar la medida se dificulta la posibilidad de que se apruebe. ¿Esto es solo un saludo a la bandera?

No. Esperamos que la DC defina si estará con las mayorías que respaldaron el aborto en tres causales o si será cómplice de una inconstitucionalidad brutal. Para nosotros, la política es más que el cálculo pequeño, se trata de causas, de ética, de propósitos republicanos mayores, si no nos convertimos en cascarones vacíos o en meras bolsas de operadores políticos. Si una parte de la DC de Walker prefiere una oposición limitada por viejos pactos, creo que su declive se profundizará aún más. El espíritu social cristiano debe esforzarse por atender a una ciudadanía que hoy es más exigente. Yo creo que podemos convencerlos.

¿Cómo ve la relación entre la oposición?

Hay condiciones que permiten un diálogo fluido. Las firmas transversales expresan que más allá de las diferencias naturales, contamos con unidad en un tema esencial para Chile, como son los derechos sexuales y reproductivos de las mujeres. Este hito abrió la urgencia de construir una agenda en común y desde el Movimiento Autonomista nos colocamos a disposición de este debate estratégico.

¿Cree que existen posibilidades de una alianza electoral en un futuro cercano?

Es deseable en tanto podamos avanzar hacia una agenda única en función a un modelo de desarrollo distinto y una estrategia de desarrollo para Chile. El exceso de pragmatismo electoral fue un factor que le quitó capacidad creativa a la centroizquierda y facilitó la pérdida de su base social histórica. Debemos entender que el malestar ya casi no se identifica en el clivaje electoral de izquierdas o derechas. Espero que nuestras futuras alianzas tengan como base una propuesta unitaria del modelo de desarrollo que queremos, porque el puro antipiñerismo no alcanza.

Pero de cara a las municipales, por ejemplo, ¿se podría dar una alianza electoral?

Naturalmente, de cara a todos los desafíos que tengamos a futuro. Siempre es necesario armar alianzas, solos no podemos avanzar frente a una derecha que está muy unida en función al modelo que quiere para Chile, pero esa unidad no puede ser en negativo, sino que en función de una propuesta en positivo.

¿Cuáles son los aprendizajes que puede sacar de estos meses en el Congreso? ¿Han existido errores?

Vamos de menos a más, pero hay errores y probablemente los seguiremos cometiendo. Como Frente Amplio hemos pecado de ansiedad y nos costó ordenarnos. Lo importante es que estamos aprendiendo y creo que se va notando. Frente al hábito de la fragmentación y la competencia de la cultura neoliberal, ser leales a un proyecto colectivo no es solo una apuesta moral, sino fundamentalmente ideológica.

El Movimiento Autonomista aprobó la convergencia con otras colectividades de izquierda. ¿Cree que es necesaria una reducción en las fuerzas que componen el FA?

Nadie cree que el FA deba reducirse, sino al contrario. Necesitamos abrirnos aún más, pero con una estrategia mínima que nos ordene para el futuro. Para aportar a esa conducción, el MA solo no alcanza, por lo que decidimos converger en una casa más grande junto a otros.

¿Deberían inscribirse como partido?

Sin duda. Necesitamos la legalidad para disputar las instituciones sin tener que condicionarnos a otros. Esto es plenamente compatible con un perfil de trabajo comunitario. Una izquierda moderna necesita saber mezclar la épica de los nuevos movimientos sociales con una buena apuesta de gobernanza y administración pública.