En un territorio mineral y salino como el norte de Chile, el agua que formó alguna vez extensos lagos se volvió salada y junto con el inclemente sol, se evaporó y se hizo sal. El paso del tiempo generó una costra gruesa de sales moldeada por el viento y la aridez, pero debajo de ella aún yace esa agua primigenia que contiene un arcoíris de distintas sales, entre ellas el litio, elemento clave para la anhelada electromovilidad.
Los salares del norte de Chile son evidencia actual del futuro. El aumento de la desertificación produciría también un aumento de la salinización de los cuerpos de agua. En general, estos sistemas tienen un balance hídrico negativo, es decir, se evapora más agua de la que ingresa. Estos procesos se aceleran por acción humana, como la extracción de agua o salmuera.
Es por ello que las lagunas superficiales que aún existen en cuencas como el Salar de Atacama sean tan especiales y únicas. No solamente albergan una biodiversidad sin precedentes, si no que también reflejan condiciones análogas a la Tierra primitiva y son claves para entender múltiples procesos biogeoquímicos globales. Estos sistemas además han sido clave para el desarrollo de distintas culturas humanas desde hace miles de años. Los salares no son sistemas inertes. El agua -por salada que sea- alberga vida, y la mayoría de ella es microbiana.
A comienzos de los años 80 un grupo de científicos hizo el primer reconocimiento limnológico (ecosistemas acuáticos continentales) de la Laguna Tebenquiche, ubicada en el Salar de Atacama, dando cuenta de un sistema hipersalino con una biodiversidad dominada por microcrustáceos como Artemia y tapetes microbianos en los sedimentos. Los profesores Victoriano Campos y Gabriela Castillo, de forma pionera, reportaban una diversidad microbiana impensada para estos ambientes considerados extremos.
Recientemente se ha declarado a la Laguna Tebenquiche Santuario de la Naturaleza, una excelente noticia ya que se logra preservar un ecosistema único en el Salar de Atacama. En el norte de Chile (Desierto y Altiplano) hay más de 50 salares donde se repite su maravilloso legado mineral, salino y biológico, sin embargo, solo unos pocos se encuentran en Reservas o Parques Nacionales. En vista del alto endemismo y valor natural y cultural, todos ellos debiesen estar protegidos.
Frecuentemente los salares son destacados como "reservas de litio", pero no como hotspots de biodiversidad o como parte de la cultura y vida de los pueblos Likanantai, Aymara o Quechua. Para la obtención de litio se requiere el bombeo de las salmueras, lo cual podría afectar los niveles de las lagunas superficiales. Junto con ello, se remueve la costra milenaria de sales para construir las pozas de evaporación. La explotación de Litio desde salares si genera un efecto en el ecosistema, paradójicamente a cambio de la disminución de las emisiones de CO2 en alguna otra parte del planeta.
Enfrentar la crisis climática requiere repensar las acciones que consideramos necesarias para ello. Hoy los salares son considerados reservas, ojalá mañana sean santuarios.