Luis Gnecco y su reflexión ante el caso de Herval Abreu: "Somos todos culpables de esto"

LUIS GNECCO

Con más de tres décadas en sets de teleseries, el actor y miembro del elenco del denunciado director de TV dice sentirse "súper responsable de haber actuado por omisión, de no haber conversado más cuando uno tiene sospechas, de no advertir que pasan cosas que no tienen por qué pasar".


Algunos días antes de que salieran a la luz las denuncias en su contra, el director de televisión Herval Abreu –ex Canal 13- quiso juntar a un grupo de actores con los que ha trabajado en décadas de carrera dirigiendo teleseries. Entre ellos, el chat llegó a Luis Gnecco.

-Te aseguro que la mayoría de los actores pensó que les iba a ofrecer pega. Pero no, él los quería tener a todos juntos para mirarles la cara cuando contara esto, para saber quiénes lo iban a apoyar y quiénes no. Yo no fui.

Le mandé un WhatsApp en que le dije Herval, esta yo no te la compro; al que le gusta el rock, sale rockeando.

¿Y qué te respondió?

Puras generalidades. Que valoraba mi sinceridad. Pero si le gusta el rock, que se defienda solito.

Lleva 33 años haciendo teleseries y producciones en la televisión. Partió con Óscar Rodríguez de director y ha pasado por la mano de Vicente Sabatini, Quena Rencoret, Verónica Saquel, Herval Abreu. Sabe bien cómo son las cosas en esta industria, que a ojos suyos, de industria tiene bien poco. "Es frágil y pequeña", describe Gnecco, para quien las denuncias de abusos de poder -que derivaron en acosos sexuales por parte de Abreu- no son más que un fiel reflejo de lo que pasa en la sociedad chilena.

Ya fuera de Canal 13, hoy Gnecco se divide entre Santiago y Roma, donde está grabando la película The Pope para Netflix. Un set que comparte con Anthony Hopkins y Jonathan Price, y que le permite ver con la claridad de la distancia las precariedades que vive el mundo de la pantalla local.

¿Cuánto de lo que estamos viendo con Abreu lo habías visto antes?

Nunca. O sea, siempre se supone -y este es el problema, que estos son "supuestos"- que tal productor es un poco pasado para la punta o que este director también...

Una construcción hecha sobre rumores.

Claro. Ahora, en general, todos los actores estamos acostumbrados, y no solo los actores, sino las personas que trabajamos en este país, a que alguien te diga: póngase falda más larga, señorita, o córtese el pelo así, etc.… Los actores estamos acostumbrados a que nos traten como las pelotas. Sobre todo las actrices sufren esto; estamos acostumbrados a que les digan ya poh, estái muy gordita, ¿cómo estái? Muéstrame...

¿Como que lo normalizaron?

Y ese es el problema. Es una práctica que no es normal, porque hay algunos más decentes que otros, pero, en general, es una actitud que está. Y las minas se urgen, y siempre salen con pareo, y el director siempre va a querer que salgan sin pareo. Es un trato súper despectivo.

Pero bastante aceptado hasta ahora, ¿no?

Aparentemente. Entonces, claro, el que se lo come, se lo come calladito. Y como los actores somos huevones, nadie lo comenta, y ahí somos todos culpables de esto. Me siento súper culpable por omisión, por no haber actuado, no haber conversado más cuando uno tiene sospechas, por no advertir que pasan cosas que no tienen por qué pasar. Todos somos culpables de que esas prácticas groseras se perpetúen.

¿Pero tú sabías que este director era abusador?

Yo lo intuía, porque soy vivaracho y porque me hago informar. Se rumoreaba. ¿Qué se rumoreaba, para ser honesto? Que era un gallo que establecía una relación medio pegajosa, algo que yo nunca le compré.

¿Una relación como de "amigui"?

No es que ahora quiera salir rasgando vestiduras ni nada de eso, pero es que estoy picado, porque siento que este gallo traicionó un espacio de confianza que él mismo se labró entre los actores. Y eso es imperdonable. Ser actor es como una cofradía, una hermandad. Tenemos códigos y miserias compartidos.

Este mundo es muy de crear como colchoncitos de afecto, de crear confianzas. Es un trabajo artístico que implica confianza, abrirse, mostrarse, y este huevón se aprovechó de eso. Él pensaba que era uno más de nosotros, y no, era un picante al que dejamos entrar en nuestro círculo. No te puedo negar que le tenga cariño, y que en algún momento pensé que tenía algún talento, pero encuentro que es un tipo que se quedó hace mucho rato en términos creativos. Me parece raro, por ejemplo, que nadie haga hincapié en eso; él no es el genio de las teleseries. Si es que hay uno, este es Sabatini.

Cuando dices que él se aprovechó de que lo dejaran entrar, ¿es que efectivamente había un ambiente que era más propicio para que abusara de su poder?

Sin lugar a dudas, que es lo que sabemos. Porque en este minuto, salvo las denuncias que se han sabido públicamente, no conozco otras.

¿Pero es un tipo al que los actores y actrices le hacían la pata?

No sé, yo no le hice la pata nunca. Lo único que te puedo contar es un comentario súper despectivo que él hizo de mí. Una vez fui contratado por una cantidad importante de plata, y el tipo en mi cara me dijo que esto era un sueldo millonario para un simple actor de comedia.

¿Te sentiste pasado a llevar?

No, pero me descolocó. Lo sentí como un comentario poco amable y disruptivo, por decir lo menos. ¿Por qué no lo enfrenté en ese minuto? Porque me importaban más las lucas que me estaban pagando y porque en realidad me da lo mismo.

¿Y no porque era el jefe?

Obvio, porque es el jefe. Y por eso uno aguanta la grosería. Y esa es la tontera.

Imagínate en el caso de una cabra que recién comienza, que necesita la pega, que sueña con tener un papel importante. O de una actriz consagrada, que ve en el trabajo con este tipo la coronación de una carrera, entonces me parece importante contextualizar esto, sacarlo del medio actoral. Esta es una práctica asentada en este país y lo importante de que esto se empiece a hablar es para poner atención en cuáles son nuestras costumbres, qué tipos de relaciones establecemos.

En el mundo de la tele esa práctica se exacerba. Está la caricatura del director con mucho poder y de la mujer que tiene que ser bonita.

Sí, obviamente, porque nuestro cuerpo es nuestro vehículo de trabajo, entonces la delicadeza o la grosería tienen un rol clave. Por ejemplo, la forma delicada con que Pablo Larraín me pidió que subiera de peso, sabiendo que eso va contra mi autoestima, es muy distinta a decirle a una actriz que se saque la ropa y comenzar a comentarle sobre su cuerpo.

Cuando dices que no le compraste, es lo opuesto a lo que pasó con Paz Bascuñán o Malucha Pinto.

Como lo que tenían muchos actores, la mayoría de los que trabajaban con él… Nunca le compré no porque sospechara de algo, sino porque no me gusta esa cosa tan de colega.

Después de que se ha sabido todo esto, muchos dicen que quieren intentar entender por qué pasó esto. No es que yo crea que hay que condenarlo, el tiempo de las hogueras afortunadamente ya pasó, pero chao no más. Lo que me indigna de la actitud de mis colegas es esa especie como de catarsis... Las cosas tienen su nombre: este es un huevón punga que se aprovechó de la sensibilidad de muchos actores y de la confianza de su grupo de trabajo.

¿Representa este caso algo que suceda dentro de la tele?

No lo sé, honestamente. Creo que representa la forma como nos relacionamos laboralmente en este país. Tan sencillo como eso.

Estuvimos revisando entrevistas de actrices y varias cuentan historias como "fulano le mandó una foto mía a Herval Abreu y le dijo esta es la mina que andabas buscando". Eso hoy no se cuenta tan fácilmente.

Este es un medio súper poco profesional en ese sentido. Se supone que en una industria profesional, hay representantes, hay mediadores, hay productores, hay directores de casting. En la TV recién hay representantes, pero durante mucho tiempo el trato ha sido ese. Todos hemos permitido ese trato.

Mira, esta situación de abuso de poder –independiente de que haya derivado en temas de abusos sexuales, que si los hay habrá que condenarlos- es un gran caso de cómo hemos funcionado como sociedad, en un medio específico como es la TV.

Entonces, se producen cosas medio perversas, como una especie de síndrome de Estocolmo. Porque si el tipo te llama y te dice sácate la ropa para ver cómo estái y tú lo haces sabiendo que puedes tener un papel en la TV, quedas capturada.

Es lo que supuestamente hacía a veces cuando citaba a actrices a su casa.

Es impresentable que te llame a su casa a hacer un casting. Nadie ha dicho lo picante que es este huevón, que a esto le llamaba talleres. Nadie ha dicho que él decía que no podía dejar de trabajar, entonces tenía que seguir en su casa.

Además, creo que hay una cuestión patológica también. Él es hijo de un señor (Herval Rossano) que pertenecía a una televisión del pasado, donde se permitían prácticas groseras.

¿Como cuáles?

Por ejemplo, que él bajara al set en plena grabación y agarrara a besos a la actriz para enseñar al actor a besar. O les agarraba el poto a las actrices.

El ex director ejecutivo del 13, Cristián Bofill, dijo que le daba asco ver cómo quienes antes parecían amigos de Herval Abreu se sumaban a su linchamiento.

Yo solo le puedo decir lo siguiente: que le tengo una gran admiración, gran cariño, pero que le faltó calle para darse cuenta a quién tenía contratado.

"Lo que está haciendo el señor Urrutia o el señor Luksic en Canal 13 suena sensato"

¿Cómo está el clima en el canal?

No sé, porque yo ya no pertenezco a Canal 13. Me parece que el canal ha hecho lo que tiene que hacer, aunque yo soy una víctima de la externalización. Tú vas a cualquier productora de cine y mientras no hay producción, las oficinas están vacías.

Tienen una estructura liviana y te contratan por proyectos.

Obvio, un canal no puede ser tan grande. Para una escena de dos líneas se movilizan 45 personas. El que pone el foco, el que enchufa el foco, el que estira el cable del foco, etc. No puede ser. Con esto me echo al sindicato encima, pero no sé si el señor Urrutia o el señor Luksic lo estará haciendo bien o mal, pero suena sensato. Suena como lo que tiene que ser.

Obviamente no se puede externalizar el área de prensa, porque un canal es un medio de prensa en sí mismo.

Las teleseries que se hacen hoy en día, como Perdona Nuestros Pecados, es una teleserie de 30 años atrás, y Soltera Otra Vez, también. ¿Qué es lo que tiene? Cámaras digitales, pero el tipo de actuación, de escritura, de dirección, el tipo de encuadre visual, es de hace 45 años.

¿Pero cuál es la explicación de que a Perdona Nuestros Pecados o Soltera Otra Vez les vaya tan bien, si las dos son unas teleseries tan malas?

Porque es la oferta que hay, porque también los canales han trabajado su público. La gente, aunque sea más culta, ve los productos que hacemos teniendo otras ofertas y compara. Y hasta los niños se dan cuenta cuando el pozo donde se cayó la Katyna Huberman es de plumavit, o cuando no se entiende lo que tú dices porque no hay directores que les sepan decir a los actores "module", "hable bien".

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