Carolina Goic

Querido papito:

Te escribo esta carta en medio de la celebración de los quince años de la Catita y en vísperas del Día del Padre. Ha sido un día muy feliz, preparé una torta y celebramos tal como tú nos enseñaste, en familia, disfrutando de cosas simples, que al final son las más importantes. En medio de esa alegría no pude dejar de pensar en cómo ha pasado el tiempo, en todas las cosas que han pasado en estos años, en que no has estado físicamente con nosotros.

Escribirte ha sido recordar muchas cosas, muchos momentos, cuestiones quizá sin importancia pero que por alguna razón se quedan guardadas. Casi puedo sentir como me dabas la mano cuando caminábamos por la calle Bories en invierno y el viento helado de Magallanes empujaba en la dirección opuesta. Yo sabía que ni ese ni otro viento mayor podría llevarme si iba sujetada a ti.

Mis recuerdos son siempre alegres y de alguna manera siento que siempre has estado a mi lado apoyándome. Cuando llegué al Congreso como diputada tú estabas ahí y haber alcanzado ese lugar era recoger tu legado, para defender aquellas cosas que para ti en política eran imprescindibles: trabajar siempre pensando en la gente y hacerlo en forma honesta.

Te recuerdo trabajando en la implementación de la Reforma Agraria en Magallanes, cuando nos llevabas a tus recorridos y compartíamos tanto con los hacendados como con los trabajadores, esa gente humilde que hablaba sin levantar la mirada porque se sentían menos y a quienes tú, junto a otros grandes hombres y mujeres, pudieron cambiarles la vida a ellos y a sus hijos.

Durante la campaña presidencial pensé mucho en ti y en las cosas que me enseñaste, como no perder nunca la alegría en el trabajo ni menos la convicción de lo que se está haciendo y, sobre todo, para qué se está haciendo. Nunca me he olvidado de tus consejos y de la formación que nos diste junto a la mamá y he tratado de ser fiel a eso.

Querido papito, te escribo con la fortaleza de sentir que estás conmigo cada día. Con la misma alegría que siempre te caracterizó, con la certeza de que, para nosotros, siempre serás el mejor papá del mundo.

Tu hija que te adora,

Carolina

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