Congelar óvulos: Cuando la decisión es precoz

Considerando cómo se comporta la fertilidad femenina, y que en el país la maternidad es cada vez más tardía, los médicos concuerdan en que la edad óptima para decidir una criopreservación es alrededor de los 30 años. Las chilenas parecen escucharlos. En una década, la edad de quienes realizan este procedimiento ha bajado cuatro años. Y el tema empieza a instalarse incluso entre quienes están a fines de sus 20.


Hace cinco años, Karen (40) tomó la decisión de congelar sus óvulos. Una mujer profesional, independiente y dedicada a su trabajo, pero que sentía que "se estaba poniendo vieja" y, con ella, sus óvulos. "Pensaba que si el día de mañana quería tener hijos y ya no me quedaban óvulos, o estaban demasiado viejos, iba a tener esos congelados", explica. El procedimiento le costó poco más de 2 millones, inversión que para ella valió 100% la pena, a pesar de que después se casó, tuvo dos hijos naturalmente y nunca los ocupó. "Agradezco no haber tenido que usarlos, pero siempre me dejó tranquila tener esa reserva".

Hoy en Chile la tasa de fecundidad (promedio de hijos que tendría una mujer durante su vida reproductiva) llega a 1,75. Los expertos advierten que estamos debajo de la llamada tasa de recambio; es decir, del mínimo de hijos necesarios para mantener en el tiempo la población activa, que es 2,1. Que las chilenas están postergando el momento de ser madres, y que muchas desisten de serlo, ya no es un misterio. Profesionales del área salud calculan que actualmente el 25% de las chilenas se embarazan después de los 35 años.

En ese contexto, el número de mujeres que acuden a clínicas de fertilidad ha aumentado, ya no sólo para tratamientos de reproducción asistida (inseminación artificial, fertilización in vitro), sino que para guardar óvulos y embriones que eventualmente utilizarán para un embarazo futuro.

Las chilenas que deciden "congelar óvulos" -procedimiento llamado criopreservación- se han triplicado en los últimos 10 años, afirma Ricardo Pommer, director de la Clínica Monteblanco. Carlos Troncoso, director de IVI Chile, explica que en los 11 años que la clínica lleva en nuestro país han tenido un crecimiento anual cercano al 15%, de forma relativamente sostenida.

No sólo más mujeres llegan a consultar por este procedimiento, sino que lentamente la edad a la que llegan ha ido bajando. Hace 10 años, el promedio de edad de las pacientes era 38-39 años; hoy los expertos en medicina reproductiva afirman que es 35-36. "Están viniendo un poco antes a consultar, aunque no todas llegan a hacerse el procedimiento y, si lo hacen, no siempre es de inmediato", dice Adela Camus, ginecóloga de Clínica Las Condes.

Los médicos reconocen que lentamente las mujeres están informándose y ocupándose sobre este tema. "La información que aparece en los medios y una mayor conciencia de los ginecólogos sobre el envejecimiento ovárico ha sido relevante. Están llegando un poquito antes, estamos bien encaminados, pero no tan antes como nosotros quisiéramos", dice Pommer. El "antes" óptimo, según el especialista, es previo a los 30.

Maternidad tardía

¿Por qué las mujeres chilenas están postergando su maternidad? Camilla Mella, socióloga y directora de investigación y contenido del movimiento "La rebelión del cuerpo", lo resume en tres puntos. Primero, la expansión educativa: "Hoy las mujeres superan a los hombres en rendimiento y logro educativo en Chile". Segundo, una participación laboral "precaria y precarizante": "Chile tiene la tasa de participación laboral más baja de América Latina, súmale a eso la brecha salarial, el efecto techo (las mujeres sólo puedan aspirar a ciertos cargos) y que la maternidad es castigada económicamente (por ejemplo, en el cobro de las isapres a las mujeres en edad fértil). Finalmente, Mella afirma que ha habido un cambio cultural hacia valores más individualistas. "Tener hijos es hoy sólo un camino posible de autorrealización, entre muchos otros".

Frente a este escenario, hay un grupo de mujeres que ven el congelamiento de óvulos como una alternativa. "Pero no sólo las mujeres con más poder adquisitivo" –agrega Mella–, sino también las más educadas, insertas en el mundo laboral y que adscriben a valores liberales, seculares e individualistas. En sectores rurales esto ni se conoce, y para una mujer muy religiosa y conservadora no es una posibilidad".

El discurso de "preservar la maternidad" incluso ha llegado a las más jóvenes. "Nuestra generación prefiere desarrollarse primero profesional y personalmente, tener una casa propia, un auto, viajar. No estamos preocupadas de ser madres, asumimos que se puede aplazar", dice Verónica, de 24 años, quien cuenta que congelar óvulos es un tema que conversan entre sus amigas. "Entonces, ¿qué pasaría si después quisiera tener hijos pero mis óvulos ya no están aptos? Podría tener esa reserva, pondría algo de 20 en el cuerpo de alguien de 40".

Quedarse tranquilas

En sus inicios, a mediados de los 80, la criopreservación de óvulos se desarrolló como un método para permitir a pacientes oncológicas preservar su fertilidad. Luego se fueron agregando otras causas médicas: endometriosis; abuelas, mamás y hermanas con menopausia precoz o problemas de fertilidad; quistes ováricos, etc. Este grupo lo hace por necesidad y no por opción.

Progresivamente han ido llegado mujeres que quieren congelar por causas sociales, como no tener pareja, priorizar trabajo o estudios, e incluso tener planes para viajar. Mujeres que utilizan esta alternativa médica para relajarse con el tema de la maternidad y avanzar en la vida al ritmo que ellas quieren.

"Hemos visto un cambio de actitud de las familias, los amigos, el entorno social, que ya no mira como bicho raro a esta mujer que pueda estar con o sin pareja, y que quiere hacer esto de forma proactiva. Antes tenían que darles explicaciones a todos", cuenta el doctor Ricardo Pommer.

El ginecólogo Amiram Magendzo, de Clínica Las Condes, afirma que en los últimos tres años ha aumentado considerablemente el número de las mujeres que llegan interesadas por congelar óvulos, "como una forma de ganar tranquilidad". En este centro médico, mientras que en 2009 sólo dos pacientes congelaron óvulos como método de postergación de la maternidad, en 2017 fueron 38. Es decir, un alza de un 1.900%.

A pesar de que la edad promedio a la que estas mujeres llegan a consultar ha bajado a los 35-36 años, el grupo etario que ha sido consistentemente el más numeroso es el de 36-40. Son las que llegan en el límite -está documentado que la fertilidad femenina tiene un descenso drástico en el paso de los 35 a los 36-, muchas para descubrir recién que tienen problemas. Sofía (38) se realizó el procedimiento a los 35. Allí descubrió, para su sorpresa, que su reserva ovárica estaba baja. "Yo pensaba que a los 35 iba a estar flor, que estaba llegando super a tiempo", relata.

Sin ningún prospecto de pareja, Sofía, que quería tener hijos, se había "aburrido de esperar". Su plan era sacarse óvulos para una inseminación artificial y además guardar. Finalmente sólo hizo lo segundo, tras ganarse una beca en el extranjero. Aún no utiliza los que guardó. "Me gustaría, pero lamentablemente no estoy en condiciones para mantener una guagua, así que lo sigo postergando. Pero estoy tranquila, porque sé que están guardados".

A los 30 (y menos)

El grupo emergente son las mujeres menores de 30, edad que según los médicos es la ideal para realizar el procedimiento. En la Clínica Las Condes, el 21% de las pacientes que congelaron óvulos el año pasado tenían menos de 30, aunque en general los expertos de distintas clínicas especializadas afirman que este grupo sigue siendo pequeño en comparación al total.

La gran mayoría de las que consultan no terminan congelando, ya sea porque prefieren esperar un poco o porque lo encuentran muy caro. Sin embargo, se están atreviendo a visitar a los médicos y hacerse un chequeo. Aquí las más proactivas son las profesionales de la salud. Doctoras, matronas, enfermeras, kinesiólogas, que asisten a congresos y escuchan del tema. "Reciben la información de primera fuente y tienen superclara la realidad", explica Pommer. Es el caso de Camila Campos (30), matrona en un hospital público: "Uno va a cursos y te vas enterando de todo, entonces como no tengo pareja, y mi idea es viajar, comprarme mis cosas, decidí guardar mis huevitos por si acaso".

Para pagar el congelamiento de sus óvulos, Camila ocupó sus ahorros, a los que sumó un crédito bancario. Un esfuerzo económico del que no se arrepiente. "Obviamente no es llegar y hacerlo, tienes que dejar cosas de lado, pero es en pro de decir 'uf, salí de esto, ahora me relajo y sigo con mi vida' sin tener la preocupación de que después vas a querer ser mamá y no vas a poder. Es mi cartita bajo la manga", dice.

La abogada Luz María Didier (28) cuenta que tenía muchas conocidas que estaban llegando a los 35 con problemas para tener hijos, lo que la motivó a investigar sobre el tema y congelar sus óvulos el año pasado. En las pruebas para saber su reserva ovárica, descubrió que era bastante más baja de lo esperable para su edad y "como no quería embarazarme apresurada, presionada, mi mamá se ofreció a pagármelo, de lo que estoy agradecida".

"La vida profesional, tanto de hombres como mujeres, se está alargando; ahora casi nadie se casa antes de los 30 y quieres vivir al menos un par de años solos con tu marido; entonces, todo este cambio social termina siendo superdiscriminatorio y perjudicial para la mujer, que muchas veces vive presionada por el tema", agrega Didier, quien reconoce que la mayoría de las mujeres de su edad, que están en proceso de independizarse, no pueden pagar el procedimiento.

Efectivamente, entre aquellas interesadas, la gran piedra de tope es el dinero. La criopreservación de óvulos tiene un costo que parte en los dos millones y puede llegar hasta cuatro, incluyendo las hormonas que es necesario inyectarse, y que cuestan desde los 600 mil pesos. Hoy el sistema público ofrece tratamientos de fertilidad de un reducido grupo de parejas de bajos recursos, pero para las mujeres que quieren exclusivamente congelar para el futuro, por razones sociales, la única alternativa es pagar en el sistema privado.

"El acceso a tratamientos de fertilidad de alta complejidad en la población chilena es de un siete por ciento, como máximo; es decir, un 93% queda fuera por razones principalmente económicas", explica Magendzo, quien además es vicepresidente de la Sociedad Chilena de Medicina Reproductiva.

Alejandra (24) y Francisca (35) tienen en común su interés en congelar óvulos y no tener el dinero para hacerlo. "Siempre he pensado que voy a ser mamá vieja, porque tampoco es una meta en mi vida ser mamá, tengo muchas cosas que hacer antes", dice Alejandra. "Por eso congelar me parecía una buena opción, pero es carísimo. Aún tengo tiempo, pero cada año pienso que mis óvulos están envejeciendo".

Francisca ya tiene un hijo, pero cree que si hubiera tenido más información años atrás, hubiese actuado diferente. "Durante mucho tiempo no estuve segura de tener hijos, así que lo postergué. Ahora, paradójicamente, no me imagino sólo con uno. Es complejo, porque financieramente no estoy en el mejor momento para embarazarme de nuevo, pero sé que si no lo hago pronto, quizás pierda mi oportunidad. Congelar hubiera sido una buena opción".

Para la socióloga y encargada del área de investigación de Miles Chile, Constanza Fernández, lo más importante es que las mujeres puedan tomar decisiones sobre su sexualidad libremente y sin presiones. En el contexto del congelamiento de óvulos, "claramente se da una desigualdad social, porque sólo pueden acceder aquellas que tienen los recursos y, por lo tanto, la posibilidad real de decidir se ve coartada", dice.

Distintas visiones

Son muchas las mujeres interesadas en saber más respecto a las técnicas de preservación de fertilidad, pero también son muchas otras las que se sienten incómodas, incluso molestas, de que esto sea un tema de debate público. Tal como en las campañas proaborto, abogan para que nadie se "meta con sus cuerpos".

Camila Mella, quien además de su trabajo en "La rebelión del cuerpo" está realizando un doctorado en política social en la Universidad de Oxford, comparte su propia experiencia. "Tengo recién 30 años, pero soy hija única y mi abuela tuvo menopausia precoz. Imagínate la presión. '¿Quién te va a cuidar después?, 'Te vas a arrepentir' y tantas frases más que una escucha. Las mujeres estamos cansadas de ese discurso del miedo". Para Constanza Fernández, de Miles, efectivamente hay una cultura machista que intenta imponer a las mujeres un rol de "reproductoras" y que "si no lo cumplen, simplemente no cuentan como mujeres. La presión cultural es muy fuerte".

Ana, que tiene 30 años y es artista, quiere tener hijos y ha pensado en congelar, pero le sorprende que cada vez sean más las mujeres que optan por hacerlo. "Sé que la maternidad es algo cultural y que hay otras formas de autorrealización, que las mujeres nos hemos empoderado en muchas otras áreas, pero no puedo evitar cuestionarme hasta qué punto nos vemos obligadas a priorizar trabajo, éxito profesional y bienestar económico. Tanta autoexigencia y competencia es peligrosa".

Los expertos en medicina reproductiva se defienden. Dicen que su interés es que las mujeres puedan decidir informadas. "Tengo claro que muchas interpretan nuestro llamado como un interés comercial, pero cada vez más datos confirman el fenómeno del envejecimiento ovárico. Lamentablemente para los hombres el tema de la edad no corre y para las mujeres, sí: con los años, cada vez hay menos óvulos y de peor calidad", dice Pommer.

La recomendación de casi todas las sociedades de medicina reproductiva del mundo es la misma: si no sabe si se quiere embarazar, o no quiere hacerlo todavía, congele. Puede que al final esa mujer no utilice los óvulos -dice el ginecólogo Carlos Troncoso-, que a los 36-37 años tenga tres hijos y decida que no quiere tenerlos más guardados, "pero si a los 38 quiere hacerse un tratamiento de reproducción asistida, va a dar cualquier cosa por haberlo hecho más joven".

A Daniela (29), que se casó hace un año, la posibilidad de congelar óvulos le ha estado rondando en la cabeza. Dice que empezó a leer del tema cuando supo que Facebook y Apple iban a costear el congelamiento de óvulos de las trabajadoras que quisieran priorizar su carrera pero mantener la opción de ser madres posteriormente, que es exactamente lo que ella está pensando. "Tener hijos no está ahora en mis planes, pero no me gustaría intentarlo en algunos años más y darme cuenta de que ya es demasiado tarde".

Pasos del procedimiento

El tiempo

El proceso dura entre 10 a 12 días. La mujer debe ir a controles unas 4 a 5 veces.

Las hormonas

Se inyectan subcutáneas y son indoloras.

La extracción

Ya conseguido el desarrollo folicular -los ovarios ya preparados- se programa la extracción de los óvulos, 36 horas después de poner la hormona HCG. No dura más de 10 minutos.

Cantidad

Según la clínica, se sacan entre 8 y 15 óvulos. Lo ideal es congelar la mayor cantidad.

Conservación

Los óvulos se congelan en nitrógeno. "Hospedar" los óvulos congelados tiene un costo de mantención, renovable a los 3 o 5 años.

Fecundación

El óvulo se descongela y se fecunda en laboratorio con los espermios (de un donante o una pareja), para luego ser colocado en el útero. Hoy la mayoría de las clínicas fecundan e implantan un solo óvulo (embrión) a la mujer, para evitar embarazos gemelares.

6 datos a considerar

  1. Las mujeres nacen con una reserva definida de óvulos que no se renuevan durante la vida y que envejecen con el paso del tiempo, a diferencia de los hombres que están constantemente renovando su reserva de espermatozoides.
  2. El mejor momento para congelar óvulos, de acuerdo a los especialistas en fertilidad, es antes de los 30 años, cuando la calidad de los óvulos está garantizada.
  3. El punto de inflexión en el descenso de la fertilidad de las mujeres es alrededor de los 35 años y más marcado a los 37.
  4. Aunque una mujer esté en planes actuales de embarazo, se recomienda realizarse pruebas para conocer su reserva ovárica. Los más comunes son el recuento de folículos antrales a través una ecografía y un test de sangre para determinar el nivel de la hormona antimülleriana (AMH).
  5. La historia familiar de la paciente es relevante. Si la madre tuvo menopausia precoz o alguna familiar sufrió dificultades reproductivas, como una falla ovárica prematura, lo ideal es realizar un chequeo tempranamente.
  6. Según los expertos, es mejor congelar embriones. Toleran mejor el proceso de vitrificación y desvitrificación, además de que es posible hacerles de inmediato (antes de congelar) pruebas genéticas para detectar anormalidades. Eso permite reducir la tasa de aborto y disminuir la opción de una trisomía y monosomía.

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