Daniela Seguel

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Es tenista. En noviembre de 2016, su padre la miraba jugar un torneo desde las tribunas cuando sufrió un infarto. Murió horas después.


Papá:

Casi un año y medio desde que la vida nos separó físicamente, aún con el dolor de tu partida y con la esperanza de verte, de abrazarte o de escuchar tu voz nuevamente, con unas ganas tremendas de soñarte. En este día especial, donde quiera que estés, viejito, ¡feliz Día del Padre al mejor de todos!, al hombre de mi vida, al que con tanto esfuerzo formó una familia maravillosa junto a mi madre.

Sólo quiero darte las gracias por ese amor incondicional que me entregaste día a día, por la preocupación, por ser un tremendo padre, apañador como tú nomás sabías ser, porque cuando estuvimos mal económicamente siempre te las arreglaste para que nunca me faltara nada, porque cuando me veías mal anímicamente o veías que mi carrera se complicaba siempre fuiste el primero en estar ahí para conversar, abrazarme o simplemente entregarme tu confianza y apoyo incondicional, porque sólo querías verme bien, como tu frase que nunca olvidaré: "Tu felicidad es mi felicidad"; porque me enseñaste que nada es fácil en esta vida y me enseñaste a luchar y a esforzarme por lo que uno quiere.

Jamás olvidare cada momento que compartimos, tu cara de felicidad cuando me veías llegar de un viaje, tu llanto de emoción cada vez que conseguía un logro, por más mínimo que fuera. Siempre nos demostrastes lo orgulloso que estabas de tus hijos.

No sabes lo que te extrañamos, papito, dejaste un legado y un recuerdo imborrable, sé que donde estés celebrarás con un asadito, como nosotros también lo haremos, recordándote con alegría y amor...

Fuiste, eres y serás por siempre el mejor, te amo eternamente, papito, te juro que no descansaré hasta cumplir nuestros sueños, que lucharé por hacerte sentir orgulloso de tu Panterita, que aunque no estemos juntos, esa conexión que teníamos nadie la borrará y sé que desde arriba me guías, acompañas y en silencio me regaloneas y me llenas de amor, como esa última mañana que estuvimos juntos donde besaste mi ropa, dijiste que me querías mucho, cerraste tu puño haciendo un ¡vamos! y me bendijiste justo antes, sin saber yo que ésa era una despedida y el último aliento antes de entrar en la batalla más difícil de mi vida...

Daniela

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