Algo no está funcionando bien en el campo magnético terrestre. Actualmente se encuentra en acelerado un estado de debilitamiento, y de acuerdo a un nuevo estudio, el evento incluso tiene un patrón determinado de poco más de mil años.

El campo magnético de la Tierra no sólo nos sirve para establecer los polos norte y sur, sino también protege al planeta de vientos solares y radiación cósmica. Además, se cree que en varios

miles de años más los polos se voltearán, tal como ocurrió hace unos 786 mil años.

De este debilitamiento, la región que más preocupa a los científicos es la llamada Anomalía del Atlántico Sur, una extensión que va desde Chile a Zimbabue, en África, sitio donde el campo magnético es tan débil que los satélites terrestres deben evitar por el peligro de estropear sus componentes electrónicos.

"Hace tiempo tenemos conocimiento de los cambios del campo magnético, pero no sabíamos si era inusual para esta región en particular en un plazo más largo, o si era normal", señala Vincent Hare, físico de la Universidad de Rochester en Nueva York.

Una de las razones por las que los científicos dicen no saber de la historia magnética de esta región es debido a la carencia de "datos arqueomagnéticos", o evidencia física del magnetismo en el pasado de la Tierra, preservado en reliquias de épocas pasadas.

Sin embargo, hay algunas pistas. Por ejemplo, Hare cita el caso de un grupo de africanos antiguos, habitantes del valle del río Limpopo, que limita con Zimbabwe, Sudáfrica y Botswana, regiones que se encuentran dentro de la Anomalía del Atlántico Sur.

Hace unos mil años, estos pueblos realizaron rituales en tiempos de sequía: quemaban sus chozas de arcilla y granos, en una ceremonia de limpieza sagrada para hacer que las lluvias volvieran, sin saber que realizaban una especie de trabajo anticipado para los científicos que vendrían siglos después.

Al quemar arcilla a temperaturas muy altas, se estabilizan los minerales magnéticos y cuando se enfrían, quedan como un registro del campo magnético de la Tierra, según explica John Tarduno, geofísico participante del estudio.

Así, los análisis de los artefactos antiguos que sobrevivieron a estas quemas revela mucho más que las prácticas de los antepasados ​​de los africanos actuales. Fue de esta forma como al buscar anomalías recurrentes en el área, descubrieron evidencias de estas anomalías en el pasado, ayudando a entender los cambios actuales en el campo magnético y revelando que el debilitamiento en la Anomalía del Atlántico Sur no es un fenómeno independiente de la historia.

De acuerdo al estudio, publicado en el Geophysical Review Letters, fluctuaciones similares ocurrieron en los años 400-450 d.C, 700-750 d.C y 1225-1550 d.C. y el hecho que exista un patrón determinado revela que la posición de la Anomalía del Atlántico Sur no es una casualidad geográfica.

"Hay algo inusual en el límite de la chimenea central bajo África que podría estar afectando al campo magnético global, aunque debemos obtener evidencia más sólida", precisa John Tarduno.

Se cree que el debilitamiento actual en el campo magnético terrestre, el mismo que se ha estado produciendo durante los últimos 160 años y perturb el hierro que ayuda a generar el campo magnético, tiene su origen en un depósito de roca densa llamada "Large Low Shear Velocity Province", ubicada a unos 2.900 kilómetros bajo el continente africano entre el hierro líquido caliente del núcleo externo de la Tierra y el manto más rígido y frío.

Según los investigadores, hasta ahora se piensa que la reversión de los polos puede comenzar en cualquier parte del núcleo, aunque los últimos hallazgos sugieren que lo que sucede en el campo magnético se relaciona con fenómenos en algunos lugares en el límite del manto central de la Tierra.

Ahora, gracias al estudio, se sabe que en los últimos 160 años, este extraño comportamiento ha ocurrido al menos dos veces, siendo parte de un patrón mucho más extenso. Aún así, es pronto para saber si esta anomalía conducirá en un futuro a la reversión completa de los polos.

Este fenómeno, que como ya mencionamos ocurrió hace 786 mil años, ocurre con una frecuencia media de 200 mil o 300 mil años. Las consecuencias sobre la vida terrestre son desconocidas -se descarta alguna extinción masiva-, pero se estima que provocará inconvenientes en la red eléctrica, fallas en los sistemas de navegación y problemas en los satélites, así como un aumento de los casos de cáncer de piel, debido a la radiación.

Fuente: National GeographicEurekaphys.org