Valentina Horvath

Papá:

Este Día del Padre es especial. Por primera vez no te voy a poder dar un abrazo. Como el que te daba cuando era niña en Aysén, y salía corriendo a buscarte, sabiendo que habías llegado a nuestra casa, con una mochila gastada al hombro y tu clásica parka azul, feliz después de haber imaginado puentes y caminos imposibles que finalmente ayudaste a construir. Como esos abrazos cariñosos que me dabas, cuando tú sabías mejor que nadie que los necesitaba para reconfortarme y salir adelante. O esos últimos abrazos que me pudiste dar únicamente con tu mirada, para decirme que mientras vivamos con voluntad y convicción no hay nada que temer, incluso cuando se enfrenta la peor de las batallas.

En este día sólo puedo darte las gracias por ser un padre cariñoso y presente, por todas las enormes alegrías que compartimos, y las penas en que nos consolamos. Todos esos entrañables momentos que me marcaron, las conversaciones que tuvimos y las rutas que recorrimos, gran parte de ellas en esa Patagonia mágica que muy pocos conocen de verdad, y a la cual te entregaste por completo.

Así que te aviso que esta noche nuevamente voy a buscar en el cielo la Cruz del Sur; la misma que siempre fue tu inspiración; y te voy a llamar, recordando tu sonrisa cálida y tus ojos transparentes, para decirte una vez más lo mucho que te amo. No necesito explicación. Sé que estarás ahí.

Feliz día, papá.

Valentina

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