Ante el dilema




La segunda vuelta es una elección incómoda para muchas personas, pues les plantea legítimas dudas respecto de las consecuencias de optar por uno u otro candidato. Quisieran que hubiera una alternativa distinta, más cercana a sus ideas, pero ya no es posible. Por lo tanto, su decisión tiende a estar condicionada no por la esperanza de conseguir lo mejor, sino por el deseo de evitar lo peor.

En Chile existe un régimen marcadamente presidencialista, por lo que el elegido contará con un enorme poder, que usará bien o mal según el equipaje intelectual, cultural y moral de que disponga. ¿Qué rumbo le darán uno u otro a su gestión, con qué equipos trabajarán, con qué prioridades? ¿Serán capaces de actuar con cordura, temple y sentido nacional?

Los aciertos o desatinos de quien gobierna son determinantes para la suerte colectiva. Por eso, es obligatorio preguntarse qué harían Piñera o Guillier para asegurar la estabilidad y la gobernabilidad, sin lo cual todo está en riesgo. Qué pasos darían para estimular el crecimiento económico y mejorar las condiciones de vida de la población. Cómo actuarían frente a una crisis institucional que nadie quiere que llegue.

Necesitamos cuidar este país. O sea, proteger las condiciones que hacen posible la paz, la libertad y el derecho. No puede haber concesiones a la violencia. La política no puede seguirse degradando, que es lo que ocurriría si se impone la lógica de las trincheras. El Presidente no puede usar el poder arbitrariamente, ni entregarlo a un comité de partidos, una secta o un grupo corporativo. El Congreso debe tratar de inspirar algún respeto.

Es indispensable combatir las corruptelas en el aparato del Estado, el despilfarro y la captura de los ministerios y servicios públicos por parte de los gremios de funcionarios. El país necesita alentar la inversión, el ahorro y la productividad, y focalizar los recursos públicos en necesidades tales como financiar un seguro universal de salud, elevar la pensión básica solidaria, invertir en la educación preescolar, erradicar los focos de pobreza que son los guetos de inmigrantes, etc.

"Vamos a estar como perros cancerberos", dijo Miguel Crispi, del Frente Amplio, al anticipar cómo actuará su bloque ante un eventual gobierno de Piñera (LS, 1/12). Hay que impedir que la soberbia y la irracionalidad conviertan a Chile en tierra de perrerías.

"Los gobiernos no pueden hacer feliz a nadie -dice Fernando Savater-; basta con que no le hagan desgraciado, que es cosa que sí pueden lograr en cambio bastante fácilmente". Debemos tenerlo presente en esta hora.

¿Cuál es la mayor amenaza? El populismo, entendido como técnica de embaucamiento. ¿Y la mayor exigencia? El diálogo democrático, orientado a establecer un clima de cooperación que permita que Chile progrese.

Nadie debe indicarnos cómo votar. Ser ciudadano implica ejercer nuestra autonomía, que es intransferible, y asumir las consecuencias.

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