Apagón blanco
El largo y traumático apagón generado por la nevazón y que afectó a más miles de hogares, no debe ser analizado como un hecho aislado. Las interrupciones a los servicios básicos producto de fenómenos climáticos nos están visitando cada vez con más frecuencia. Sobre culpas y multas que se ocupen los llamados a ello. Para todos los demás, es fundamental pensar en avanzar y no solo quejarse. Sacar lecciones y generar un plan de acción realista y no sobre-reaccionado. Darnos cuenta que este mercado de la energía si bien puede estar muy regulado en temas tarifarios, de concesiones y otros, está absolutamente desregulado en cómo las compañías hacen uso del espacio público tanto aéreo como subterráneo. Estos espacios requieren urgente de un orden y de asignarles los precios sociales que correspondan.
Datos que han circulado en prensa por estos días señalan que solo un 18% de la red de distribución está soterrada, dato que no me calza con lo que veo todos los días. Por otra parte, se discute de lo costoso que puede ser soterrar los cables; entre seis y siete veces más que un proyecto aéreo. Sin embargo, antes de entrar en soluciones, hay un marco general insuficiente que hay que mejorar. Sin atacar aquello, no hay solución sostenible.
Las compañías de servicios públicos no pagan ni al estado ni a los municipios por el uso del espacio aéreo por su cableado o por el uso del subsuelo por sus redes enterradas. Es más, nadie les exige el retiro de los cables en desuso, ellos cobran a su libre decisión cualquier cambio de servicios que sea necesario para implementar un proyecto que afecte sus redes, y cuando hay cambios de pavimentos "aprovechan" de pedirles a los municipios o particulares que dejen pasados "unos cuantos tubos más por si acaso". Dado que no hay precio asignado por el uso de estos espacios, el comportamiento es propio de la ley de la selva.
En consecuencia aquí hay una urgencia regulatoria que manejada con sentido común y conciencia de los beneficios de la competencia, permitiría un espacio público más ordenado, estético y donde todos paguen los costos sociales que generan.
Regulado el espacio aéreo y subterráneo, podemos ya pensar en las herramientas para implementar las soluciones. Algunas ya están en su lugar y operando. Por ejemplo, Las Condes, decretó hace años que todos los nuevos desarrollos deben incluir el tendido de cables subterráneos contra lo cual el municipio otorga un 10% extra de constructibilidad. Esta medida hoy goza además de sustento legal, toda vez que la Ley General de Urbanismo y Construcciones permite establecer condicionamientos y otorgar premios.
Surgen otras ideas de buenas prácticas implementables desde ahora. Cobra real importancia hacer bien las podas de mantención, elegir especies de hojas caducas para el arbolado urbano y así evitar que la nieve se aloje en hojas y se desganchen, privilegiar árboles de madera dura tales como plátanos orientales y robles americanos, etc.








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