Aprontes de segunda vuelta




¿Cómo se debiera enfocar un diálogo y un eventual acuerdo de apoyo entre las fuerzas de centro e izquierda para la segunda vuelta? Partiendo del supuesto -hay suficiente incertidumbre para que pueda darse otro escenario, pero es el más probable- de que sea el senador Guillier quien pase a segunda vuelta, hay cuatro actores fundamentales a partir de la noche del 19 de noviembre: la DC, el "laguismo", ME-O y el Frente Amplio.

Todo indica que en la DC un sector mayoritario se plegará tempranamente a la opción de Guillier. No se sabe si este apoyo abarcará a toda la DC y qué poder de veto querrá ejercer este partido sobre el programa (lo que puede dificultar un diálogo con el Frente Amplio). La orientación de la DC en una segunda vuelta, pero también en los próximos años, se jugará en los duelos senatoriales entre Cornejo y Walker en la V región, y entre Rincón y Zaldívar en el Maule (también en lo que suceda con Provoste y Huenchumilla).

Otra variable crítica será la actitud de Lagos y del "laguismo". Es conocida la profunda molestia de este sector y su falta de empatía con la opción Guillier. Muchos de ellos votarán por Goic en primera vuelta. Si el apoyo a Guillier en segunda vuelta es demasiado "tibio", una parte de ese electorado puede terminar en la abstención. Por su parte, ME-O ya ha dicho que apoyará a Guillier, más allá de su agresiva estrategia de campaña. Sabe que no es demasiado bienvenido y que su poder de negociación dependerá de su votación. Y en eso está: tratando de ser cuarto, soñando llegar tercero, pudiendo quedar quinto.

Sobre el Frente Amplio (FA) lo que está descartado es que busque un acuerdo de gobierno. Eso reduce las posibilidades a tres: llamar a anular el voto argumentando que Piñera y Guillier son lo mismo; declarar libertad de acción (renunciando a jugar un rol político); o bien, proponer una plataforma programática y tensionar desde la izquierda la orientación y contenido de la segunda vuelta.

En el FA perciben que su proceso de construcción identitaria podría diluirse con un acuerdo de segunda vuelta. Por otro lado, negar su apoyo puede generar un alto costo político con toda aquella parte de la sociedad cuyo "mal mayor" es el triunfo de la derecha, generando un divorcio con electorados cercanos, a los que en alguna elección futura tendría que recurrir si es la fuerza que pasa a segunda vuelta. La interrogante es si el FA concibe su desarrollo siendo capaz de combinar competencia con cooperación con otros sectores o bien apuesta por el "camino propio" en la perspectiva de ocupar -algún día- todo el espacio político, social y territorial de la izquierda histórica. Una decisión no solo electoral sino estratégica.

Este domingo no solo quedará prefigurada la segunda vuelta, sino que tan competitiva será esta. De paso, comenzará a dibujarse el nuevo sistema político chileno posbinominal.

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