Candidata en la fila




Así como el mundo entero asumió Jagged little pill (1995) de Alanis Morissette como su primer álbum, cuando en realidad se trataba del tercero, con el mismo derecho Miley Cyrus exige reconocer en Bangerz su debut.

<strong>Hannah Montana es un afiche que pierde color, personaje ya jubilado. La ex chica Disney tiene 20 años y carrete.</strong> La metamorfosis no termina.

Todavía tantea la personalidad de otras estrellas, a veces con escaso disimulo, y así se instala en la interminable fila de candidatas por la corona del pop. En este turno, Cyrus se presenta elocuente. Quiere el puesto y cuenta con excelentes asesores, entre los mejores del negocio: Pharrell Williams, Dr. Luke, y will.i.am.

Bangerz apunta a varias direcciones y en algunos pasajes acierta con tiro limpio y elegante, sobre todo cuando despliega un synth pop ochentero melancólico, que brilla en Adore you y Wrecking ball, efectivo single que a Lady Gaga probablemente la puso del color de un oompa loompa de envidia. A la vez, exhiben una voz que ha mejorado muchísimo, expresiva, emotiva, con posibilidades de alcanzar plena personalidad. Luego vienen las transfiguraciones, las ganas de comprimir en un solo rol una completa galería femenina. Se convierte en Rihanna para We can't stop; es Ke$ha y luego Nicki Minaj en SMS (Bangerz), una canción tipo Britney Spears con la mismísima Britney cantando, mientras la ensayada picardía de Gwen Stefani impregna 4x4.

La competencia para emular decae cuando insiste en el hip hop y derivados fingiendo calle y chispa, imposibles para quien habita en el mundo de los espectáculos desde los 14 años. En esa veta toca fondo en Love money party. Su atractivo radica en la entonación de heroína sufrida -Drive y FU, por ejemplo-, o cuando se dirige hacia el R&B, como en la insinuante My darlin, una de las mejores del álbum. Lo que resalta en la cuenta final no es la versatilidad -el travestismo en el pop es común-, sino la sensación de que sus canciones no están hechas por cumplir, sino para generar genuinas expectativas.

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