Candidatos: destruyendo la democracia




Todo sistema humano es por definición contingente. Vale decir, tiene un origen y en cualquier momento le puede llegar su fin. Eso incluye a la democracia, la cual no es una suerte de orden social natural ni nada parecido; es ni más ni menos que una herencia histórico-cultural. Su durabilidad depende de la calidad de sus instituciones, de la seriedad de los actores políticos, de la madurez y compromiso de la ciudadanía. Si es así, hay razones para inquietarse de su salud en nuestro país.

¿Qué es lo preocupante?

Si Platón está en lo correcto y los espíritus vulgares no tienen destino, hay motivo suficiente  para preocuparse cuando un país es dirigido por uno de ellos.

Difícilmente se podría presenciar una campaña electoral más vulgar: reina el populismo, la cuña, el silencio anti-discursivo, la aventura personal, la falsedad moral y la impostura.

Basta un pequeño paseo  para constatarlo:

Bachelet: Posee todas las opciones de ganar, ha mantenido una estrategia que si bien ha sido exitosa, es poco sana para la democracia; la discusión sobre qué se pretende hacer le es consustancial. Resguardada en la comodidad de su ventaja y en que todos sus rivales ya asumen que es la próxima Presidenta, se ha amparado en el silencio sobre temas cruciales. Su señal es la de que las elecciones consisten sólo en un procedimiento de adquisición del poder, no en un real debate público. Veremos si con la presentación tardía de su programa eso cambia o se profundiza.

Matthei: No sólo ha mostrado inoperancia como candidata, sino falta de discurso. Más allá de frases al voleo del tipo "queremos ser como Alemania" o referencias vacías al modelo nórdico, lo suyo ha sido un fallido intento de generar cuñas. Ante ese fracaso y el alza de Franco Parisi, ha optado por tratar de destruir a su rival, revistiendo esa acción de una  retórica de moralización de la política. ¿Estaremos frente a un caso de convicción moral profunda que mueve a la acción sin mirar consecuencias? ¿Es una suerte de puritana británica del siglo XVI? Si fuese así, debería partir por atacar en su propia coalición a todos aquellos que no han respetado la dignidad de los trabajadores (ese sería el pecado de Parisi). ¿No le disminuirían demasiado los partidarios en su propia alianza? Su  fuego moral sobre lo público y sus actores tienen mucho -quizás demasiado- de acción desesperada por lograr lo que no ha podido hasta ahora: ser un actor en la campaña. Hasta una mente pía tiene el derecho a distinguir el confiar en lo que se dice de la tontera de creerlo todo.

Parisi: No lo hace mejor. Desde un comienzo su apuesta ha sido de un facilismo propio del mejor populismo sudamericano. Nos ha querido convencer que tiene equipo para llenar todos los cargos que requiere la administración pública, lo único es que no puede decir quiénes son. De ser efectivo, ¿no tendrían los ciudadanos el derecho de conocerlos para votar informados? Además, y más allá de lo que la justicia determine, no se entiende lo golpeado que está por los ataques de Matthei: ¿Nunca pensó que le podía pasar? Tampoco parece razonable que indique que se encuentra preocupado por su destino laboral. Si aspira a dirigir los destinos del país, el único tema de interés público, es cómo pretende mejorar la situación laboral de sus futuros gobernados, no la suya propia. Su actitud, respuestas y accionar es la propia de entrevistado por algún pasquín de farándula, no la de quien espera, con seriedad, dirigir los destinos de una nación. La importancia que le asignó dentro de la venta de su "proyecto país" a su Porsche, lo retrata de cuerpo entero.

Veamos ME-O: Hay que reconocer que ha realizado un esfuerzo no menor en los últimos años en desarrollar un partido e institucionalizar su opción. Es más, ME-O 2.0 denota más madurez que el simple provocador de la vez pasada. Hasta ahora, la diosa Fortuna no lo ha acompañado en esta elección. Se le ha cruzado Parisi con Porsche y todo, sumado a un natural perder novedad. De igual forma, pareciera que cierto electorado joven que lo apoyó  antes, no le perdona su opción por Frei en la segunda vuelta. Es así como su esfuerzo mayor ha sido el no ser puesto en el grupo de los Tomás Jocelyn-Holt y Cía Ltda. y tratar de mostrar que es competitivo. Se preparó para ser actor principal y ha terminado peleando con Parisi. Esto último lo ha llevado a ser un alabador de la "operación Matthei", un papel un poco menor para alguien que se ha esforzado como él.

¿Y los demás? Son candidaturas de nicho que sin una propuesta real de gobierno buscan dar cabida a sensibilidades y expresiones muy específicas: grupos anti-sistema, regionalismo, nostálgicos de la izquierda extra-parlamentaria y ecologistas, sumado, en algunos casos, a la aventura personal o el buscar alguna reivindicación por el liderazgo que ya no se tuvo. No hay en ellos una pretensión real de plantear una opción de gobernabilidad futura.

El deterioro del discurso público, la mala imagen de políticos e instituciones, la mediocridad de los que aparecen como renovadores de la política, dibuja un panorama poco alentador. Tanto es así, que la estabilidad inmediata depende de la madurez con que Bachelet y su equipo gobierne. Su coalición está tan desprestigiada como sus rivales, el valor lo posee ella. Más allá de que lo pueda realizar (soy de los que cree que sí), no es sano para un país cuando se llega a una situación en que su destino está vinculado  a la voluntad de una persona, lamentable.

Comenta

Los comentarios en esta sección son exclusivos para suscriptores. Suscríbete aquí.