Carta abierta a Michelle Bachelet: compromisos por cumplir




Estimada Michelle:

Escribo esta carta motivada por circunstancias que me inquietan y que no he visto recogidas con la nitidez apropiada en los medios. No soy cientista política, ni analista electoral, ni miembro de un partido, sino simplemente una ciudadana de a pie, preocupada por algunas deficiencias en su trabajo como candidata presidencial y probable ganadora de la próxima elección. Me propongo expresarle estas preocupaciones –que siento transversales- con altura de miras, con respeto por usted y su investidura de ex Presidenta, y con la misma buena leche que un ciudadano que la aprecia tendría si pudiera hablarle directamente.

Dos circunstancias de su actuar que me perturban son su ausencia en el reciente debate televisado de la Asociación Nacional de la Prensa y la falta de programa de gobierno a 30 días de la elección presidencial. Cuando los cuestionamientos a este respecto no cesan con el correr de los días y semanas, incluso por parte de algunos miembros de su coalición, no se trata, Michelle, de una majadería (como usted ha calificado con un grado de molestia); sino de respuestas ofrecidas que no han sido satisfactorias.

Nadie podría sostener con seriedad -dada su experiencia en estas lides- que su ausencia del debate ANP se explica por miedo. Lo que trascendió, y tiene algún sentido, fue que sus asesores desestimaron el debate por su formato y la innecesaria exposición a la confrontación cuando el triunfo

está asegurado.

Sin embargo, el sentido común indica que la única excusa posible para que un candidato (usted o cualquiera) no asista a uno de los dos debates televisados (ANP y ANATEL son las dos únicas instancias de este tipo en esta elección) es enfermedad o duelo. Ninguna entrevista en los medios, ni un debate radial, ni toda su experiencia anterior incluyendo los debates de primarias, reemplazan a estos dos debates televisivos con todos los candidatos a la Presidencia de la República de la elección del 2013. Con seguridad, sus compromisos fijados para el día del debate ANP podían haber sido reagendados sin reproches de por medio.

Los debates por televisión -usted convendrá conmigo- son instituciones políticas informales incorporadas al proceso electoral. La ciudadanía ha cifrado en ellos expectativas legítimas de confrontación de las distintas alternativas electorales. Asumir el riesgo de asistir y recibir ataques inmerecidos, bajar algunos puntos en su (altísima) escala de apoyo, e intervenir para centrar la discusión en el nivel adecuado (si es que el formato o las preguntas son inconducentes), es, simplemente, jugar limpio, sin saltarse ningún ritual ni regla (expresa o tácita) que impone una candidatura a la Presidencia. Desde el punto de vista de nuestra democracia -que es más valiosa que cualquier táctica electoral-, esta oportunidad para educar a todo el país sobre sus propuestas, en contraste con las de sus oponentes, se perdió a causa de su ausencia. . Restarse fue un error. Y sería bueno admitirlo como tal, para evitar crear un precedente que todos lamentaríamos en futuras elecciones.

En cuanto al programa de gobierno, al visitar su página web resulta sorprendente que sólo existan lineamientos en algunas áreas, mientras que en otras las propuestas concretas son escasas, ambiguas o inexistentes (reforma laboral, energía, relaciones exteriores, por nombrar algunos temas). Usted tiene a su haber la experiencia de un gobierno previo, cuadros profesionales de alto nivel, amplio trabajo programático previo tanto propio como de sus contendores en las primarias, y el bagaje de una coalición que sustentó cuatro gobiernos consecutivos. Si hay alguien con know-how de sobra para presentar un programa completo, con el grado suficiente de detalle y antelación para que la ciudadanía pueda evaluarlo en su conjunto, es usted.

La opción de entregar el programa por partes es, por supuesto, válida. Pero a esta altura del partido, que se diga que el programa estará listo en 15 o 20 días más, cuando quedan 30 para la elección, no es aceptable. El programa completo  –o mamotreto, como usted lo ha llamado- para todas las áreas en un período de cuatro años  -y no solamente medidas para 100 días-  debiera estar disponible para toda persona que quiera leerlo. Porque, Michelle, no sólo la élite tiene acceso a internet y ganas de leer el programa que ofrece el candidato que le interesa.

En cada elección, los candidatos a la presidencia hacen sus ofertas al país y los votantes eligen una de esas ofertas. Cada uno de los debates, cada documento programático, es un modo en que la ciudadanía se educa para poder elegir y tomar sus propias definiciones. Esa oferta y esa aceptación generan un contrato. Para que el contrato sea válido, la oferta debe ser clara, completa y oportuna.

Los trascendidos a este respecto son poco auspiciosos (se ha dicho que los temas que no generan acuerdo en su coalición serán postergados para después de la elección). Es de esperar que no tengan base. El tiempo para preparar una propuesta tras bambalinas está agotado. Los ciudadanos merecemos votar informadamente por un gobierno con un mandato claro.

Michelle, usted se precia de ser una mujer que cumple sus compromisos, y aquí hay uno muy importante cumplido a medias. El peligro de la comunicación restringida, usted debe saberlo, es transformar la lucha por la Presidencia en un plebiscito sobre su persona en vez de una elección sobre un programa. Sobre usted se proyectan sueños que son irrealizables en un período de sólo cuatro años de gobierno. Esta proyección, que ayuda a ganar una elección con facilidad, tiene un alto precio futuro.

Quiero pensar que usted es capaz de entender el sentido ciudadano de esta carta, y con buen juicio, subsanar a la brevedad estos déficits. Porque gobernar (y prepararse para gobernar) es, en gran medida, comunicar.  Los ciudadanos esperamos más de usted.

Atentamente,

Paz Zárate

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