Ciudad en paz




Las comunicaciones nos hacen partícipes de muchas cosas y con asombrosa instantaneidad. Tal es la avalancha de información y su constante flujo desde los más recónditos lugares que nos anestesiamos, y nuestra capacidad de asombro pierde sensibilidad. Lo que era ocasional se transforma en habitual y rutinario. Esto es algo que no nos puede pasar con la escalada de violencia urbana que estamos presenciando en simultáneo en el mundo. Caracas, Charlottesville y hace unos días…Barcelona. Todos ellos actos en territorio urbano. El primero, violencia totalitaria sin excusa; los otros dos, tan urbanos como un atropello vehicular, pero utilizado como herramienta del peor y más cobarde terrorismo. La violencia urbana está tocando la puerta cada vez más frecuentemente, y quizás anestesiados, no nos detenemos a analizar su gravedad, ni menos a mirarnos a nosotros mismos para prevenir que ese terrorismo urbano llegue a nuestros espacios públicos.

Una ciudad en paz, es un atributo social y económico enorme. Cuando la violencia urbana ha irrumpido y se ha tomado las calles, todos los adelantos de calidad de vida han quedado sepultados. Ocurrió en Colombia, en la época de la guerra de los carteles de la droga.

La irrupción de actos deleznables como un burdo atropello usado con la finalidad de aterrorizar, lo hemos presenciado, en solo un año, en dos ocasiones en Londres, una en Estocolmo, otra en Niza, en Berlín y ahora en la semana recién pasada, en Barcelona; en el mismísimo corazón peatonal de la ciudad. La acción del terrorismo se está alojando en forma preocupante en la vida rutinaria de la ciudad, sembrando temor en los espacios más comunes y corrientes: nuestras calles.

Un efecto de la sensación de inseguridad generada por este terrorismo urbano y donde la privacidad de cada habitante vale cada vez más, es que ahora varios países no permiten las grabaciones panorámicas de las calles que realiza Google Street View. Austria los tiene prohibido desde hace casi 7 años. India lo acaba de prohibir por razones de seguridad en julio del año pasado. Alemania acaba de reanudar el servicio luego de varios años de tenerlo prohibido por conflictos con el derecho de privacidad, cuestión que luego se ha agravado por la escalada de atentados en Europa.

Dios nos libre del dolor de cualquier forma de terrorismo urbano, que han sufrido países hermanos latinoamericanos y que hoy sufren otros en distintas partes del mundo. El punto ciertamente no es sembrar la alarma ni mucho menos. El llamado es a valorar lo que tenemos. A tomarle el peso de lo que significa para la vida diaria de cada uno y de nuestras familias que tengamos paz en nuestras ciudades. Quizás las amenazas a nuestra paz no son las que hoy violentan Europa o Estados Unidos, pero ciertamente que las hay. Ciudades equitativas, conectadas y socialmente integradas son ciertamente claves para contar con una urbe en paz.

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