Lou Reed: cuando el rock muere




El sonido de la calle, el paisaje metropolitano. Su radar musical apuntaba hacia la energía del entramado neoyorquino de acero y concreto. Por eso era un fan de Dion y Los Belmont, el grupo vocal de origen obrero del Bronx sensación a fines de los 50, cuyos éxitos de tono romántico y pendenciero un adolescente Lou Reed sintonizaba en Long Island, mucho antes de convertirse en el primer músico de rock que hizo lo que quiso, un rebelde verdadero, letrista brutalmente honesto, curioso de los influjos artísticos subterráneos, de aspecto duro, con poca paciencia ante las preguntas estúpidas, las concesiones y las nostalgias.

<em>Decía que era el mejor haciendo de Lou Reed, muy consciente de su estatus de culto, posición que le encantaba, aunque no dejaba de molestarle que en los juegos de básquetbol de los Knicks de Nueva York las cámaras enfocaran a Spike Lee, a Woody Allen y no a él.</em>

El grueso del público apenas lo conoce, porque jamás fue de singles y melodías para la memoria, con la gran excepción de Walk on the wild side, un relato que perfectamente podría ser la mejor letra de hip hop de todos los tiempos. Los coros le daban un poco lo mismo, como la declaración "tres acordes y es jazz" retrata a un inspirador del punk más puro, opositor al molde capaz de garantizar la venta del arte como cualquier mercancía.

La masa no lo distingue, pero es la influencia donde se explica su lugar en la historia. Toda banda neoyorquina orgullosa del timbre rock encuentra su ADN en Lou Reed. No es copiar el sonido, el fraseo ni los eternos lentes oscuros, sino la actitud de quien asume esta cultura como una guía de vida basada en la autonomía, las propias reglas y una fe discreta en el futuro, la manera de mirar hacia adelante y desprenderse del pasado.

Lou Reed no necesitaba de los recuerdos y si le gritaban en un concierto exigiendo los viejos temas, respondía con la palabrería de un guapo que no aguanta órdenes ni exigencias. La industria discográfica no ha perdido a nadie. Son el rock y la vanguardia quienes guardan luto.

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