Cuando prevenir es proteger




Al hacer un esfuerzo serio por abordar los problemas de la Infancia en nuestro país es inevitable llegar a concluir que el foco de la discusión suele quedarse estancado en los efectos y no en las causas, orientando la mayor parte  -sino el total de los recursos- a la reparación, con muy escasos resultados y casi nula evidencia.

Erasmo de Rotterdam hizo clásica la frase "Prevenir es mejor que curar" y la sensatez de esas palabras no sólo radica en el efecto económico de ello, sino en la capacidad de proteger con efectividad de cualquier riesgo que afecte a la comunidad y en particular a quienes enfrentan mayores niveles de vulnerabilidad, como son los niños.

No da lo mismo evitar el abuso que procurar reparar la salud física y mental de quien lo sufre. Cuánto quisiéramos que ninguno de nuestros hijos viviera esta situación, no nos dejaría tranquilo contar con los mejores especialistas para atenderlo si sucediera, sólo querríamos que nunca pase. Eso marca la diferencia entre tener un enfoque desde la prevención y saber que llegamos tarde.

Nuestro País destina en su presupuesto el mínimo de recursos en fortalecer una oferta preventiva. Invertimos en Bullying cuando existe, en reinserción educativa cuando ya hay abandono, en control cuando el delito es flagrante, pero nos cuesta mucho crear condiciones que anticipen tempranamente estas situaciones.

Una experiencia notable en esta materia ha sido el Sistema de Alerta Temprana a la Deserción Escolar desarrollado por el Municipio de Peñalolén. El dispositivo ha logrado reducir en más de un  34% la deserción de los alumnos de los colegios municipales de la comuna, manteniendo un 98% de matrículas desde el 2012 y aumentando la asistencia escolar en más del 79% de niños y adolescentes.

Como en este caso, la Fundación San Carlos de Maipo ha impulsado la implementación de programas basados en la evidencia de carácter preventivo y costo eficiente que permitan su replicabilidad. Desde el año 2014 ejecuta, junto a la Universidad de Washington, el sistema Comunidades que se Cuidan en tres territorios de la Región Metropolitana. Este programa se basa en la reducción de 6 factores de riesgo (Abuso de Sustancias, Delincuencia, Embarazo Adolescente, Deserción Escolar, Violencia, Depresión y Ansiedad) desarrollando alianzas con la comunidad para que se fortalezcan factores protectores que apoyen el desarrollo positivo de la Infancia.

En Estados Unidos, el Sistema Comunidades que Se Cuidan (CTC) ha demostrado efectos significativos sobre la salud y los problemas de comportamiento de los jóvenes produciendo beneficios económicos a largo plazo: 812 dólares por joven en prevención del tabaquismo y 4.438 dólares por cada joven en prevención de la delincuencia. Cada dólar invertido en CTC, $ 5,30 se devuelve en la forma de menores costos por ingreso al sistema de justicia penal, víctima de delitos, los costos de atención médica y el aumento de los ingresos y los ingresos fiscales.

Otra experiencia en Chile es el Triple P, uno de los programas de parentalidad en el mundo con más evidencia y resultados comprobados científicamente. Durante tres décadas ha ayudado a cientos de miles de familias en más de veinte países en el fortalecimiento de habilidades parentales, las mismas que permiten una protección real de graves vulneraciones de derechos a nuestros niños.

Estos ejemplos marcan un camino a la política pública. Prevenir no sólo tiene buenos retornos en materia de costos y buenos niveles de rentabilidad social, sino que es, sin duda,  una herramienta para ejercer la justicia de una sociedad que busque garantizar la protección efectiva para nuestros niños.

Comenta

Los comentarios en esta sección son exclusivos para suscriptores. Suscríbete aquí.