Cuerdas separadas en la Araucanía




Durante el fin de semana pasado, un grupo de encapuchados quemo 17 camiones, 9 acoplados y un galpón de la empresa de transportes Cavalieri en la salida norte de Temuco, en el lugar se habría encontrado un lienzo con la leyenda "Sabotaje y resistencia a grandes expresiones capitalistas dentro de nuestro Wallmapu" y era firmada por la "ORT Wenteche Katrileo".

Ante esto dirigentes de la Multigremial Araucanía y de la SOFO pidieron se declare estado de excepción y los dirigentes de camioneros le dieron 72 horas al Ministerio de Interior para que visitará la zona. El Ministro Fernández les respondió que él no trabaja bajo amenazas y que en unos días iría a la Araucanía. El Diputado Jorge Rathgeb aseguro que la declaración del estado de excepción sería la única manera de resguardar la paz, la tranquilidad y el trabajo de todas las personas que viven en la región, ya que mientras estuvieron los militares en los campos por los incendios forestales, no ocurrieron ataques terroristas. Aucan Huilcaman agrego que a su juicio los hechos no tienen relación con los mapuche, ya que en dicho lugar no viven personas mapuche ni existen reclamaciones territoriales, y no descarta que se trate de un auto atentado.

A nadie debió sorprender la reacción de estos y otros tantos personajes, toda vez que siempre se sigue el mismo guion: violencia, represión, diálogo, promesas y vice versa.

Honestamente no sé si estas personas repiten siempre lo mismo, no se dan el tiempo de investigar o solo les interesa tener una rápida respuesta a sus electores y asociados. Tanto es así que el Diputado Rathgeb dijo en una entrevista que Weichan Auka Mapu ha demostrado que es un grupo peligroso y que no dialoga[1], pero no fue ese grupo el autor del atentado, sino que fue la ORT Wenteche Katrileo quien supuestamente firmo el lienzo que se encontró.

En cualquier caso, la demagogia en torno a los atentados, más que esclarecerlos los hechos, ha provocado que estos se enreden aún más. No se confundan, no se trata de minimizar su gravedad, ya que es muy inverosímil que la empresa Cavalieri realizara un auto atentado que le costó más de 2500 millones de pesos como irresponsablemente insinuó un viejo dirigente indígena. Se trata de emitir juicios y diseñar políticas que efectivamente contribuyan a la construcción de un nuevo pacto social que desemboque en la paz y no enturbien más, nuestra ya delicada convivencia social.

Para esto debemos dejar de creer que todo es terrorismo mapuche. También, tenemos que dejar de bajarle el perfil a la brutal violencia que se viven en algunos sectores de la región, ya que existe violencia, es gravísima, y también hay casos que pueden ser calificados de terrorista.

No obstante, en este caso, el propio Vocero del Ministerio Público de la Araucanía, Roberto Garrido[2] clarifico que, pese a la gravedad de los hechos, se iniciaría una investigación bajo la calificación de delito común, toda vez que un hecho terrorista debe implicar una afectación a la integridad física de las personas, lo que no ocurrió en el ataque a la empresa Cavalieri.

Debemos separar las peras de las manzanas y diseñar una política pública de cuerdas separadas, hoy se asume el conflicto chileno – mapuche como uno solo, cuando en realidad tiene múltiples aristas, la desventaja de la mirada actual es que finalmente no se avanza en nada, y los focos de conflicto que hoy no son violentos, con el tiempo se tornan violentos por no ser abordados por las autoridades.

Una cosa es la violencia rural en la Araucanía y otra muy distinta son las legítimas demandas del pueblo mapuche. El Estado y los distintos gobiernos de turno no pueden seguir escudándose en los actos de violencia, para desentenderse de su responsabilidad en los hechos que dieron origen al conflicto en la Araucanía, que a diferencia de lo que replican un par de dirigentes gremiales, no es algo que comenzó recién en los años noventa con la quema de camiones en Lumaco, el conflicto no ha cesado desde la segunda mitad del siglo XIX. Los mapuche tenemos recuerdos frescos del despojo, de las mentiras, de la exclusión y de la muerte de muchas familias mapuche. Si algún parlamentario tiene dudas al respecto, camine un par de metros, vaya a la Biblioteca del Congreso y revise la historia legislativa de las leyes del 4 de diciembre de 1866 o la del 21 de agosto de 1868.

Así, como en el año 1881 no hubo acuerdo entre los Longkos mapuche de atacar el fuerte Temuco en lo que se conoció como el último malón, hoy la gran mayoría de las personas mapuche rechaza el actuar violento de algunos sectores de nuestro pueblo, pero también entendemos porque lo hacen. Y es que los Gobiernos ni siquiera cumplen sus propias promesas, la Presidenta Michelle Bachelet lleva más de 1000 días de Gobierno y no ha cumplido nada de sus promesas para los primeros 100 días. Terminará su Gobierno y su único legado habrá sido haber triplicado los policías en la Araucanía y el nombramiento de otro General de Carabineros para perseguir a las comunidades.

Esperemos que los Gobiernos no se den cuenta muy tarde que el camino no puede ser otro, que el de retomar el dialogo, pero un dialogo horizontal, de pueblo a pueblo, un dialogo como el que Bernardo O´Higgins ofreció a los mapuche en 1819: "Araucanos, cuncos, huilliches y todas las tribus australes, ya no os habla un Presidente que siendo sólo un siervo del rey de España afectaba sobre vosotros una superioridad ilimitada, os habla el Jefe de un pueblo libre y soberano, que reconoce vuestra independencia y esta pronto a ratificar este reconocimiento por un acto público y solemne"[3]. Y el Tratado de Tapihue de 1825 sellaba como un acuerdo de pueblos hermanos…

[1] http://www.biobiochile.cl/noticias/nacional/region-de-la-araucania/2017/03/12/diputadon-rathgeb-presencia-del-ejercito-es-lo-unico-que-podria-llevar-paz-a-la-araucania.shtml

[2] http://www.australtemuco.cl/impresa/2017/03/14/full/cuerpo-principal/3/

[3] Bernardo O´Higgins (1819. El Supremo Director a nuestros habitantes de la Frontera del sur. Gaceta Ministerial de Chile, 13 de marzo de 1819. En El Archivo Bernardo O'Higgins. Tomo XII. Pág. 113

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