Hay cultura sin Estado




EL PROYECTO de "Ministerio de las Culturas, las Artes y el Patrimonio" está en su última fase en el Senado. Probablemente será aprobado a pesar de las contradicciones y desequilibrios que contiene. Por ejemplo, el que se propongan dos subsecretarias, medida excesiva si consideramos que el Mineduc tiene solo una, y un presupuesto sesenta veces el del actual Consejo Nacional de la Cultura y las Artes (CNCA).

Quizás deba existir un Ministerio de Cultura, en todo caso, no a cualquier precio. Lo que queda claro es que su diseño es una herramienta de ampliación del Estado (cerca de 2.400 funcionarios), para provecho del gobierno de la Nueva Mayoría y para cualquier gobierno futuro. El paradigma que lo guía es: no hay cultura sin Estado. Orientación que tiene un revés muy significativo, el riesgo de crear un ministerio de intervención política y propaganda, más que uno de cultura.

Basta poner atención en algunos pasajes para percibir lo "mañoso" del diseño; reflejo de los sesgos que contiene la propuesta y que aún son posibles de remediar. Para ilustrar una duplicación, se señala que existirá un "Consejo Nacional del Libro y la Lectura" (Cap. I, título II, párr. 1º, art. 10º) que formará parte de la Subsecretaría de las Artes. En consecuencia, no tendrá relación con el Sistema Nacional de Bibliotecas Públicas (Cap. II, título I, párr. 4º, art. 35), ya que este último se encontrará en el Servicio del Patrimonio Nacional, un eje distinto de la estructura ministerial. ¿Por qué la propuesta desaprovecha el conocimiento y la experiencia de una institución que ha desarrollado labores vinculadas al libro y al fomento de la lectura durante casi un siglo? Este es solo un ejemplo del tipo de asimetrías de las que el proyecto adolece.

Pero hay más. Esta circunstancia en particular debiera haber sido anticipada por las autoridades de la Dibam. Sin embargo, con excepción de los funcionarios (paro mediante), el silencio de los actuales directivos ha sido manifiesto. La razón solo la encontraremos al final del proyecto, artículo 6º transitorio, que trata "de la continuidad en los cargos por 3 años de las personas que estén en las direcciones del Servicio Nacional del Patrimonio". Eureka, esto demuestra cómo, de ser aprobado el proyecto, se asegura la permanencia de los directivos (salvo renuncia voluntaria) por el doble del tiempo establecido por contrato. Prórroga que no considera evaluación de desempeño alguna y es, por decir lo menos, dilatada. Esto prueba, además, cómo este artículo, más que apoyar la transición hacia la consolidación del Ministerio, busca infiltrar e influir en los cargos de confianza. Una forma de intervención que de hecho ya ha favorecido al proyecto mismo, porque permitió que no hubiese crítica alguna por parte de las actuales autoridades ante las Comisiones de la Cámara y del Senado que revisaron el documento. Se trata del efecto de una estrategia pre-legislativa con consecuencias importantes. Es de esperar que los honorables senadores de la República lo consideren. Los artículos transitorios, hoy como ayer, dicen mucho de la ley que se está votando.

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