Delirio interrumpido




Guía satánica de Gerona es una novela desigual, ya que cuenta con partes admirables y con otras que no lo son tanto. La historia aborda la existencia de Faustino Nahuelmara, un joven que asegura ser hijo del diablo pero que, a la vez, trabaja como empleado en el seminario jesuita. Allí conoce al que tal vez sea el personaje más atractivo del libro, un cura francés mitad hereje, como todo jesuita que se respeta, llamado Roland Desserteau. Devoto seguidor de la poesía de Pablo de Rokha, a quien prefiere por sobre la lectura de los Evangelios o el Deuteronomio, este entrañable sacerdote sostiene que "un alma iracunda es más cristiana que un alma misericordiosa". Es bajo ese predicamento que el prelado incita al muchacho a que haga suyo el llamado de la poesía, a que nunca pare de fornicar y a que viaje a ciertos lugares selectos de Europa.

Faustino Nahuelmara le obedecerá en todo ello a su mentor, aunque también agregará a la lista un requerimiento no solicitado: convertirse en un borrachín de nota que, de tanto ponerle, sufrirá constantes alucinaciones. En medio de ellas, un visitante frecuente será Satanás, con quien el joven, ya graduado en Filosofía, tendrá algunos diálogos graciosos al calor de una botella de vino barato compartida con familiar parsimonia. Obseso durante años con la novela Gerona, de Benito Pérez Galdós, Nahuelmara acabará cumpliendo con algo que el lector asume desde el principio: un viaje a la ciudad española.

Los atributos más visibles en el debut narrativo de Acero, un doctor en literatura que hasta ahora había publicado dos libros de poesía, son una prosa sólida que en momentos decisivos logra buenos efectos al expresar los delirios del protagonista y el arrojo del autor al no mostrar temor a la hora de dar rienda suelta a la imaginación. Paradójicamente, la novela decae en intensidad cuando Nahuelmara deja de comportarse como un demente alcoholizado.

Es a partir del último tercio del libro que lo que antes parecía tolerable, comienza ahora a hacerse monótono. La imitación de la escritura y los temas de Bolaño (Nahuelmara es un fan reconocido del autor fallecido hace 10 años), las alusiones a demasiados escritores, pensadores, y una discordante admiración por Saramago, los anexos estructurales poco convincentes (por ejemplo, el epistolario entre personajes secundarios y personajes de quinta importancia en la trama), las poesías insustanciales, y, en suma, una pérdida sostenida del delirio inicial, permiten suponer que Guía satánica de Gerona hubiese sido una mejor lectura si es que Acero no se hubiese empeñado tanto en compensar una alocada composición con una serie de alusiones y armazones seriotas y sin provecho.

Volviendo al cura, uno de los pocos sacerdotes simpáticos que ha producido la literatura chilena, es útil rescatar el siguiente testimonio, puesto que además de ser concordante con el retrato entregado a lo largo de 100 páginas por el narrador, la descripción proviene del mismísimo Demonio: "Qué cabeza esa la de Desserteau: profesor de filosofía, doctor en humanidades, maestro de ciencias religiosas, un conocedor de prácticas ocultistas… poeta, proveniente de una acaudalada familia… teniéndolo todo se hizo jesuita. Qué total desperdicio. Qué manera de perderse".

Partiendo por la alusión obvia al Fausto de Goethe, Guía satánica de Gerona es efectivamente una novela que confronta al bien con el mal. Pero es a partir de detalles más modestos desde donde uno puede llegar a tener fe en la escritura que en el futuro producirá Nibaldo Acero.

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