Distrito 10




Al levantar su candidatura a diputado por el distrito 10, el excandidato presidencial Alberto Mayol ha lanzado un órdago al núcleo hegemónico del Frente Amplio (FA). Aunque ha argumentado su opción a partir de cuestiones prácticas -"vivo y trabajo allí"-, lo cierto es que implica un desafío al liderazgo de Giorgio Jackson (RD) y, de manera más indirecta, al de Francisco Figueroa de Izquierda Autónoma (IA).

Las proyecciones electorales indican que el FA obtendría, con seguridad, un diputado por ese distrito y, con un poco de fortuna y trabajo, quizás dos. La irrupción de Mayol tendría el efecto de aumentar la probabilidad de dos parlamentarios del FA (dejando eso sí en el camino a Figueroa, un dirigente emblemático y especialmente formado), con el condimento adicional de que podría superar a Jackson en votación, lo que tendría un importante significado político. Por otra parte, si el FA solo eligiera un parlamentario, podría también dejar sin su escaño a Jackson. A su vez, impedir que Mayol compita por ese distrito tiene costos importantes de imagen para el FA (la nueva política se comenzaría a parecer mucho a la vieja política), constituiría una suerte de veto a un expresidenciable y se repondría la imagen de "sobreprotegido" del diputado Jackson (en la elección pasada se omitió la NM, ahora "bajarían" por secretaría a Mayol). Difícil decisión le aguarda al FA.

Pero, más allá de estas consideraciones electorales y de poder, ¿qué late más de fondo en esta disputa? Aunque las posiciones están todavía larvadas se observa una tensión entre la reconstrucción de un "polo de izquierda" más clásico (Mayol) y una concepción política "ciudadanista", con énfasis en demandas posmateriales y de "estilos de vida" (Sánchez). En términos sociales, flota sobre el FA, y de la izquierda en general, la tensión entre representar lo popular excluido de la modernización capitalista o a unas nuevas capas medias "apocalípticas" pero cuya demanda es, finalmente, por integración. En una tercera posición se ubicaría el sociólogo Carlos Ruiz (IA), quien en reciente entrevista criticó cierta nostalgia de vieja izquierda en Mayol (mucho "poncho y peña" y poca comprensión de la nueva estructura social chilena), pero también lo que sería una ansiedad electoralista y un programa que habría rebajado mucho sus expectativas transformadoras, en el eje Jackson-Boric. Resuena ahí una idea refundacional de la izquierda de largo aliento. En un plazo no tan lejano, las disyuntivas estratégicas del FA se tensionarán entre la primera y la segunda vuelta, ante una eventual disputa entre Piñera y Guillier.

Hoy las contradicciones del FA parecen converger en el distrito 10. Puede haber un acuerdo y evitarse la confrontación esta vez. Pero las divergencias de proyectos y las luchas por la hegemonía comienzan a despuntar en el FA y estas contienen un importante potencial disruptivo.

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