Dos a cero y un empate




LA MUERTE de Fidel Castro es un buen momento para comparar los resultados de la aplicación de los modelos económico sociales y políticos de Chile y Cuba. Por sus características a mediados de siglo XX estos dos países se prestan para este tipo de comparación. Además, las estructuras institucionales correspondientes -muy diferentes y competitivas en el siglo pasado- se impusieron en ambos países desde la autoridad. En el caso de Chile esto se hizo con el objetivo de implementar una economía social de mercado y de reformar su democracia representativa, y en el caso de Cuba se hizo con la finalidad de instalar un sistema económico centralizado y uno político totalitario.

Nadie discute que el crecimiento económico de Chile ha superado muy significativamente aquél de Cuba. En efecto, de acuerdo a cifras del Angus Maddison Project (2013), las más confiables existentes, en 1958 el PIB per persona de Chile solo duplicaba el de Cuba, en cambio en 2008 lo multiplicaba 3,6 veces. En un mundo globalizado el enorme atraso económico de Cuba no se puede explicar, como lo hacen sus autoridades, por el bloqueo económico de un solo país, los EE.UU., sino se debe a las instituciones y políticas adoptadas.

Los datos del Informe de Desarrollo Humano 2015 del PNUD desmistifican absolutamente la superioridad de Cuba en materia de educación y salud. El porcentaje de estudiantes que tienen algún grado de educación media es similar en ambos países, pero Chile supera largamente a Cuba en educación terciaria. Los números de mortalidad infantil son parecidos, la expectativa de vida a los 60 años es levemente superior en Chile, pero la de malnutrición infantil es tres veces mayor en Cuba. En materia de distribución del ingreso y movilidad social, no hay datos para Cuba, pero se sabe que la inmensa mayoría de la población tiene ingresos muy bajos, pero parejos, y que el grupo de jerarcas tiene un alto estándar de vida. En el caso de Chile, en su último libro sobre la materia, Sapelli (2016) ilustra la importante caída de la desigualdad a partir del año 2000 y pronostica justificadamente que a mediano plazo el país alcanzará los valores medios del índice correspondiente de los países de la Ocde. Además reconfirma que Chile tiene una alta movilidad social.

Chile exhibe entonces un crecimiento económico mucho mayor que el de Cuba, al mismo tiempo que sus indicadores sociales son similares, o algo mejores. Eso explica el que hoy Chile esté clasificado en el índice de PNUD como un país de muy alto desarrollo humano (ranking 42), en cambio Cuba solo lo está como un país de alto desarrollo (ranking 67). Mucho más importante que lo anterior, la institucionalidad chilena privilegia la libertad. En efecto, en el Índice de Libertad Humana de 2016 del Cato Institute, Chile aparece en el lugar 18, con distancia el mejor clasificado entre los países latinoamericanos, incluso más arriba que los EE.UU. Cuba - que a 57 años de la revolución sigue teniendo un régimen totalitario- ni siquiera pudo ser incluido en este último índice.

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