El debate televisivo y sus alcances




Escribí esta columna varias horas antes del primer debate con candidatos presidenciales convocado por Anatel. Estoy en condiciones de predecir comentarios y análisis: quién puso en jaque a Bachelet; el gesto de Matthei tras la pregunta sobre la encuesta CEP; el esfuerzo de  ME-O por entrar en la pelea;  la cuña de Parisi para escabullirse del tema de los colegios. Todos los recursos concentrados en el gesto, el tono, la mirada, la cuña. Juego de espadachines. Anticipo además que el debate tendrá buen rating (quizás superior a los 20 puntos registrados en los de las primarias de la Nueva  Mayoría organizados por TVN y Canal 13). Lo que no logro predecir todavía es cuándo la televisión se hará cargo de la política a cabalidad. Cuándo apostará por hacer periodismo político televisivo.

En el momento en que Franco Parisi le enrostró a Mauricio Bustamante  el ¿por qué no se hizo antes (la denuncia sobre la administración de los colegios La Fontaine)?  instaló un debate sobre el rol que juega la TV en un sistema político democrático. La encuesta Bicentenario UC Adimark señala que sólo un 25% de los entrevistados piensa que la TV fortalece la democracia, cifra que contrasta con el 42% asignado a la radio y un 35% a los diarios. Las denuncias  contra los hermanos Parisi en esta materia  eran de relativo conocimiento y bastaba bucear un poco en las redes para descubrirlas. La TV se ha autocercenado a reproducir temas, preguntas y denuncias y no a generar las suyas. Si bien es una queja para la calidad de nuestro periodismo político, hace más fuerza en lo que respecta a la televisión por tres razones:

Primera. La TV ocupa un bien público como es el espacio radioeléctrico. Corresponde con mayor claridad exigirle que aporte al fortalecimiento del sistema democrático que hace posible la gestión de ese y otros bienes. Los chilenos quieren ver que la democracia funcione y sentir que ellos son actores de ese proceso con sus derechos y deberes.

Segunda. El 80% de los chilenos sólo se informa  de lo que sucede en el país a través de la televisión (Consejo Nacional de Televisión). Su impacto, por lo tanto, es enorme. Los déficits y omisiones en materia de información política debieran tener alguna relación con la evaluación ciudadana del sistema político.

Tercera: La televisión pierde peso como medio de información y lo gana como de ratificación. La dieta medial de un creciente grupo de chilenos señala que ya llegan por las noches a sus casas informados. La radio, el diario gratuito, y sobre todo las redes sociales, aportan en gran parte  a ello. Pero se le sigue asignando la función de ratificar, de validar lo que ya sabe, y en ese sentido la TV sigue perdiendo una gran oportunidad.

El pasaporte de Jocelyn Holt lanzado al ser sorprendido a exceso de velocidad cuando era diputado; la trayectoria de Claude, incluido su paso por Oceana;  el financiamiento de las campaña (también las pequeñas); el making off de las campañas en terreno y no solamente el encuadre oficial; la historia verdadera de Roxana Miranda en Andha; las preguntas pendientes para Matthei en el caso Piñeragate y drogas; los trayectoria de los círculos de confianza de Michelle Bachelet … fragmentos que la TV evita. Esta mira a la política con una mezcla entre temor y respeto. La circunscribe a la confrontación controlada de los programas de entrevistas y el nuevo -y revalorado- espacio de los foros y debates. Canal 13 lanzó exitosamente  Protagonistas, con rating que bordean los 10 puntos. Tolerancia Cero reverdece laureles y el Informante logra conquistar un nicho en día de semana. Pero seamos claros: todos compiten por el mismo público, que -cruzando los datos de la encuesta CEP- son los que más ven programas políticos, pero menos confían en la TV.

Más allá de foros y programas de entrevistas, la pregunta es por qué la TV no se atreve con el periodismo político, con reportajes que aporten imagen y contenido, lo que hasta solo es objeto de una pregunta en un programa de entrevistas o un foro. ¿Hay espacio, con todas las diferencias del caso, para un programa como el de Jorge Lanata en Chile? ¿Son capaces los medios televisivos para soportar presiones políticas para hacer un periodismo de este tipo? ¿Tienen la autonomía necesaria? Valdría la pena evaluarlo. En todo caso, no hay que ser advino para ver una audiencia nueva, inquieta, interesada en asuntos públicos, que se ha dejado ver con fuerza en estos meses. Ella quiera ir más allá de entrevistas y foros.

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