El desenlace




En el balance final el senador Guillier ha realizado una mejor segunda vuelta que el expresidente Piñera. La premisa en que se fundó la campaña de Piñera en primera vuelta de que estaban los votos para un programa de restauración conservadora que confirmara las esencias del modelo, quedó sin piso cuando los votos de quienes apoyaban reformas, en distintos grados de profundidad y rapidez, terminaron sumando más del 50% en primera vuelta.

El sorpresivo 8% de Kast complicó más el escenario. Con un discurso ultramontano en lo valórico y reafirmando la continuidad de la derecha con la dictadura militar, generó una ecuación imposible: ir por esos votantes más conservadores y, a la vez, dar señales que atrajeran a sectores más de centro y liberales. Pero la derrota del diagnóstico ha sido lo más letal: el clivaje de la sociedad chilena seguía estando en las percepciones de abuso y desigualdad, y el discurso de los derechos sociales había calado más de lo presupuestado. La reconfiguración de un nuevo pacto social y constitucional seguía siendo la gran asignatura pendiente. El intento, a esas alturas, de situarse en esas coordenadas con propuestas de gratuidad en educación, AFP estatal y otras, terminó por desdibujar la identidad de la candidatura de Piñera.

Si Piñera es derrotado en segunda vuelta, este resultado será digno de estudio a futuro. La eficacia para crear un clima de opinión de un triunfo avasallador -a través de unas dudosas encuestas semanales- resultó finalmente un boomerang y llevó a transformar la elección en un plebiscito sobre el modelo y la gestión de la Presidenta Bachelet. Un coro mediático reafirmaba y hacía crecer esta burbuja triunfalista semana a semana. El deseo y la realidad se hicieron uno. Se trascendentalizó el significado de esta elección haciendo imposible realizar ajustes discursivos creíbles en segunda vuelta.

Guillier, por su parte, junto con resolver ciertos problemas técnicos (como pasar de una franja amateur a una profesional), se encontró con menos dificultades para realizar ajustes programáticos en segunda vuelta. Luego de vacilaciones en la primera vuelta -preso del mismo clima artificial de opinión- debió reafirmar su carácter reformista, y clarificar y profundizar ciertas definiciones en las áreas constitucional y de derechos sociales. El contundente 20% del Frente Amplio y el giro a la centroizquierda de la DC despejaron cualquier duda sobre cuál debía ser su posicionamiento. La remontada que debe realizar Guillier es monumental: su gran adversario es la abstención y cualquier fuga de votos, por pequeña que sea, puede ser fatal para sus posibilidades.

Sea cual sea el desenlace, la primera vuelta clausuró el proyecto restaurador y autocomplaciente de la derecha con el modelo, y puso una obligada agenda transformadora por delante -de muy compleja realización- a la izquierda y a la centroizquierda.

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