El nuevo gobierno




Mientras continúan los análisis del resultado electoral se plantean preguntas sobre el carácter del futuro gobierno y se pone atención sobre las primeras señales respecto de la composición del gabinete. En lo primero la interrogante es si Piñera se ordenará en el marco definido por las reformas impulsadas por Bachelet (como sugiere la dirección de la campaña en la segunda vuelta), si por el contrario buscará conectarse con el modelo político - económico y social que impulsó la Concertación que más allá de los cambios mantenía una fuerte continuidad con el régimen dictatorial (en temas como la educación, tributación y pensiones) o intentará generar las bases para enfrentar los desafíos del siglo XXI a partir de una reconstrucción de la derecha, que supere la herencia pinochetista. La primera opción parece poco plausible, por la dura crítica que la derecha ejerció sobre las reformas; también el tercer camino pues el programa no muestra medidas consistentes con ello (apuntan a cambios cosméticos en las áreas más polémicas y solo a bajar el malestar ciudadano) por lo que la segunda aparece como la opción más probable. Ello configuraría en los términos del teórico de la presidencia Stephen Skowronek, una política de disyunción en que se debe lidiar con la desintegración de las relaciones entre el Estado y la sociedad pues la población, si bien no parece tener claro hacia donde ir, rechaza con fuerza instituciones claves del modelo económico social que el Presidente electo apunta a reforzar.

En cuanto a la configuración del gabinete, destaca el protagonismo de Andrés Chadwick, probable ministro del Interior. En su opinión el gabinete debería constituir un equipo afiatado, compuesto por personeros que combinen capacidad técnica y liderazgo político. No obstante, Piñera se ha estado reuniendo con los principales ministros de la actual administración antes de haber designado a sus respectivos colaboradores. Ello sugiere que mantendrá su estilo de involucrarse en los detalles de la gestión de los diferentes ministerios (en desmedro del empoderamiento de los ministros) con el riesgo de perder de vista la visión de conjunto de la gestión de gobierno, y hace prever que asumirá el rol de jefe programático de la administración desdibujándose así el papel del ministro de la Segpres.

Poco se sabe de lo que piensa Piñera respecto de lo que será su gabinete económico. Si se ha conocido una encuesta que sugiere que "el mercado" espera que el ex presidente del Banco Central, Rodrigo Vergara, asuma en Hacienda, lo que significaría priorizar la reducción del déficit fiscal y la deuda pública, en desmedro de una política activa en la infraestructura y del apoyo a los sectores medios en materia social. En la misma dirección apunta el deseo que José Ramón Valente asuma el Ministerio de Economía para quién la menor intención de que el Estado asuma un rol activo representa un atentado al libre funcionamiento del mercado y un duro golpe al crecimiento. Por ello su designación implicaría el fin a las políticas de desarrollo tecnológico y productivo confiando en que el mercado genere los incentivos para recuperar el dinamismo económico y el crecimiento de la productividad.

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