Elección de gobernadores regionales y traspaso de competencias: hay que avanzar ahora




La descentralización ha estado en la discusión pública durante los últimos 20 años en Chile. Hace un par de semanas se ingresó el proyecto de cambio a la Ley Orgánica Constitucional que permitirá elegir nuevas autoridades Regionales con más atribuciones de planeación y coordinación para escalas territoriales mayores al del modelo actual caracterizado por la fragmentación municipal, los llamados "Gobernadores Regionales".

Un elemento clave, aunque menos conocido en la discusión es el "traspaso de competencias", es decir a las atribuciones específicas que el nivel central entregará (o devolverá) a estas nuevas autoridades electas. No existe una sin la otra: no tiene sentido la elección de gobernadores regionales sin atribuciones que les permitan tomar decisiones para hacer frente a la fragmentación territorial existente en las distintas ciudades/regiones y comenzar a operar, de una vez por todas, con mayores facultades para el ordenamiento territorial, el manejo de transportes, residuos y muchos otros elementos que hoy mismo no cuentan con coordinación a nivel metro/regional, lo que genera ineficiencia y muchas veces graves inequidades territoriales

En general, la idea de avanzar hacia un modelo administrativo menos centralizado tiende a ser un lugar común a nivel de opinión pública e incluso parlamentario, nadie es totalmente contrario a aquello. No obstante, la gran disputa está respecto al "traspaso de competencias", ahí si existen visiones muy diferentes respecto a cuáles deberían ser las competencias que tendrán estos nuevos gobernadores regionales. El Subsecretario de Desarrollo Regional, Ricardo Cifuentes, ha manifestado que, una vez aprobados estos proyectos, en el plazo de 4 años se habrá producido un traspaso de alrededor de 100 competencias adicionales hacia el nivel regional. Lo que resta por aclarar es sobre qué bases se toma la decisión del traspaso de competencias tanto a nivel territorial, respecto a cuales competencias y en qué orden temporal.

Los procesos de descentralización o de devolución de poderes, cómo se le ha llamado en el Reino Unido, normalmente son graduales tanto en la escala territorial (no todos los territorios tienen los mismos tiempos), y selectivos respecto a que poderes se traspasan y cuando (no todas los territorios tienen las mismas necesidades y están igualmente preparados para asumirlas al mismo tiempo).

Por lo tanto, cualquier proceso que comience debe considerar a la gradualidad y selectividad como eje central para corresponder a traspasos de competencias que sean justos pero abordables por las nuevas autoridades electas. Que estén fundados en la evidencia rigurosa, es decir, que se sustenten en un conocimiento acabado de las realidades regionales y que desde ahí se proyecte un plan de traspaso ajustado a las necesidades y capacidades reales de cada territorio y no a un mandato centralizado uniforme para todo el país. Y por último, que el proceso vea a la experimentación como una manera de avanzar tomando conocimiento de aquello que está funcionando y que sobre aquello que no funciona sea lo suficientemente flexible para tomar acciones correctivas durante el proceso.

Hay que empezar, porque el proceso es muy largo. Países como el Reino Unido y Francia llevan más de 20 años devolviendo poderes desde el nivel central hacia las ciudades y regiones, y sin embargo, aún reconocen que están "recién comenzando". Por lo tanto, postergar la discusión más allá del 2017 implica no avanzar en un proceso en el que ya estamos muy atrasados y en el que no hay tiempo que perder, hay que avanzar ahora. 

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