Elijo creer




Escribo con la distancia de las horas y la tranquilidad que entrega despojarse de las pasiones. Busco explicaciones más profundas y no logro encontrar más que las evidentes de las que todo el mundo ha hablado profusamente.  Que el equipo no tuvo funcionamiento, que el técnico hizo un mal planteamiento, que hace rato no tiene gol, que las respuestas individuales fueron bajísimas, que los referentes estaban en otra, etc, etc, etc...

La razón a encontrar, más allá de esto, apunta a algo profundo y es saber qué pudo haber pasado con ese muy buen cuadro que llegó a disputar, con absoluta legitimidad, la final de la Copa Confederaciones. Saber cómo posible que en dos meses haya cambiado tanto. Entre esa final con Alemania y los partidos con Paraguay y Bolivia hay un océano de diferencia, literalmente hablando. Chile no ganó la Copa porque no tuvo gol. Ahora perdió los dos partidos porque no tuvo juego. Así de simple, así de preocupante.

Las explicaciones no alcanzan para comprender todo lo que ha ocurrido, más bien confunden aún más y las declaraciones de los referentes victimizándose, son aún peores. Cuando se cae es necesario entender la causa, hacerse responsable, no culpar al resto y tratar de solucionar lo que está al alcance. Ese es el camino. Desde Pinto Durán debe hacerse un urgente diagnóstico y elaborar un trabajo que permita enfrentar los últimos dos partidos al nivel que este grupo ha demostrado tener. No es tiempo de anunciar renuncias con la cabeza caliente ni tampoco de destrozar o minimizar todo lo que este plantel ha hecho. La prudencia invita a vivir este momento como una oportunidad, lejos de los lamentos de los jugadores o los arrebatos del medio, buscando incendiar todo.

La tristeza que genera lo ocurrido, disfrazada de rabia y enojo debe ser bienvenida. Suele venir acompañada de paz y serenidad. Si el técnico y los jugadores  la asumen, podrán agregar sabiduría. Sólo así y no de otra manera, la posibilidad de llegar a un tercer Mundial consecutivo volvería a estar cerca. De lo contrario, en octubre, el escenario puede ser de abundantes recriminaciones y lapidarias criticas que de poco servirán. Hay que buscar soluciones, después buscamos culpables.

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