Empedrado financiero
Reza el dicho: "el cojo siempre le echa la culpa al empedrado". Será un refrán poco inclusivo, pero no políticamente incorrecto, cuando a eso parecen estar dedicados algunos candidatos presidenciales. Las encuestas no favorecen a Alejandro Guillier por sus actitudes confusas y escapistas, y el desorden de su campaña. A Carolina Goic se le desdibuja la opción basada en un estándar ético exigente, que se aplicó sesgadamente solo a Ricardo Rincón, mientras que su tienda contradice el camino propio al apoyar en Arica al "Panzer", en desmedro de la candidata DC, y al cerrar una lista parlamentaria con partidos chavistas. Una colección de desaciertos imputables únicamente a ellos.
Pero Guillier culpa al empedrado financiero de lo cuesta arriba que va su campaña: dice que ni el BancoEstado ni la banca privada le prestan para financiarla. Goic se sube al carro, pidiendo que el gobierno tome cartas en el asunto, si no quiere entregar el poder a Piñera. Se olvidan que la Constitución prohíbe que un parlamentario celebre contratos con el Estado, lo que incluye al "Banco del Estado", y que la ley de financiamiento electoral contempla que los partidos que están detrás de sus candidaturas -que reciben fondos públicos- les hagan aportes. ¿Y a qué se refiere Goic con que el gobierno "tome cartas en el asunto"? Acaso, ¿que se salte la ley, que proponga una legislación exprés de excepción hecha para los candidatos oficialistas o que use su poder para presionar a bancos privados? Todo no es más que un distractor de sus propios yerros.
Hay razones por las cuales la banca puede negar un crédito a un candidato. Desde luego, la seguridad de recuperación del préstamo. El retorno siempre se garantiza con el reembolso de gastos de campaña que otorga el Fisco según la ley electoral, cuyo monto se va en función de los votos obtenidos por los candidatos. Mirando las encuestas, prestarle a Guillier tal vez no es el negocio más seguro; y quizás por eso los partidos que lo apoyan también se han resistido a "ponerse". Además los bancos, tanto por prácticas internacionales como por el enojo ciudadano, son más sensibles ante las personas políticamente expuestas ("PEP") y probablemente prefieren "pasar".
Pero puede haber otra causa, que no es políticamente correcto mencionar: que un candidato presidencial pretenda que bancos privados lo financien, cuando proclama que mantendrá el rumbo de las reformas que han sido responsables que la economía esté estancada y que, incluso, en cualquier momento es capaz de plantear como medida la estatización de la banca (ya antes las emprendió contra las "multinacionales"), es como pedir demasiado.
Con tanto reclamo terminó apareciendo una entidad financiera privada dispuesta a cursar un crédito. Una operación que seguramente no ve tanto riesgo en el corto plazo, pero que a la larga se puede transformar en un mal negocio.








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